Por Madgalena, N.
El cumplimiento del deseo es admitir que lo que se desea figura parcialmente en el sueño, si advertimos que como toda transacción, el sueño se forma allí donde dos deseos opuestos hallan expresión.
El deseo preconsciente es siempre el deseo de dormir, por lo que el sueño al realizar este deseo, se constituye en el protector del dormir, se sueña para seguir durmiendo. La primera función del sueño.
El deseo inconsciente reprimido que se figura en el sueño, tiene en el adulto la intensidad de lo infantil y es indestructible. Los procesos de excitación inconscientes tienen dos destinos: Buscan la descarga en la motilidad o se someten al imperio del preconsciente y en lugar de descargarse, dicha excitación es ligada por éste. Cuando logra ser ligada se forma el sueño. Segunda función del sueño. Hay contenidos ICC que permanecen como energía flotante, no se descargan ni se ligan.
Entre los pensamientos latentes del sueño se encuentran los restos diurnos (vivencias recientes) utilizados como cobertura por el deseo inconsciente en su intento de devenir consciente. Pueden incitar a la formación del sueño, pero su fuerza no es suficiente, y debe recibir un envión desde el deseo inconsciente, que está siempre alerta para expresarse.
Lo inconsciente ofrece la fuerza pulsionante para la formación del sueño, y por ende para la realización de deseo. Toda excitación que llegaba de afuera era inmediatamente descargada a través de la motricidad, para estar libre de estímulos.
Pero surgen las necesidades corporales que provocan una excitación desde adentro, y que no se resuelven con la descarga por vías motrices. (ej. Nutrición: hace referencia al niño que llora y patalea pero la situación no cambia para él, continua sintiendo hambre. Sólo adviene un cambio, se cancela la excitación interior cuando por auxilio ajeno se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción)
La necesidad provocó una excitación imprimiendo una huella mnémica, y la satisfacción de esa necesidad dio lugar a la percepción del objeto de satisfacción (el acceso al alimento), cuya imagen mnémica se asocia a la huella de la necesidad.
Cuando aparezca otra vez la necesidad, en virtud de este nexo, la imagen mnémica de la percepción del objeto de satisfacción intentará ser investida (recargada) por una moción psíquica (movimiento energético) para producir esa misma percepción en el interior del aparato, un objeto alucinatorio, con el fin de volver a establecer la satisfacción primera. Esta tendía hacia una identidad perceptivamente idéntica a la vivencia de satisfacción.
A la moción psíquica que intenta investir a la percepción, la llama deseo y el surgimiento de la percepción del objeto de satisfacción, realización de deseo. En el aparato primitivo el deseo terminaba en una alucinación por la vía regrediente.
Pero el objeto alucinatorio no daba satisfacción a la necesidad, para conseguir el objeto real de satisfacción, se debía detener la regresión para que no vaya más allá de la imagen mnémica y no se produzca la alucinación. Esta detención lleva a un desvío hacia el mundo exterior gobernada de un segundo sistema.
Desde la imagen mnémica se produce una actividad de pensamiento hasta que se establece la percepción del objeto real de satisfacción con la modificación del mundo exterior, que denomina identidad de pensamiento y así el pensar sustituye al deseo alucinatorio.
La experiencia de la vivencia de satisfacción con la satisfacción real y la alucinatoria, constituye el fundamento por el que se apoya la descripción de la naturaleza del deseo. El deseo es una búsqueda de satisfacción real pero se forma sobre la base del modelo de la alucinación en el aparato primitivo.
Este aparato se regulaba por el empeño de descargar inmediatamente la excitación que provenía del exterior para mantenerse libre de toda excitación. Pero como consecuencia de la experiencia de la vivencia de satisfacción se produce una acumulación de la excitación, un aumento de tensión que es percibido como displacer que activa al aparato que intenta buscar la satisfacción, una disminución de la tensión que es percibida como placer.
La corriente que se produce en el aparato que parte del displacer y se dirige hacia el placer es el deseo. Sólo un deseo es puede poner en movimiento al aparato, la excitación es regulada por las percepciones de placer y de displacer.
El cumplimiento del deseo es admitir que lo que se desea figura parcialmente en el sueño, si advertimos que como toda transacción, el sueño se forma allí donde dos deseos opuestos hallan expresión.
El deseo preconsciente es siempre el deseo de dormir, por lo que el sueño al realizar este deseo, se constituye en el protector del dormir, se sueña para seguir durmiendo. La primera función del sueño.
El deseo inconsciente reprimido que se figura en el sueño, tiene en el adulto la intensidad de lo infantil y es indestructible. Los procesos de excitación inconscientes tienen dos destinos: Buscan la descarga en la motilidad o se someten al imperio del preconsciente y en lugar de descargarse, dicha excitación es ligada por éste. Cuando logra ser ligada se forma el sueño. Segunda función del sueño. Hay contenidos ICC que permanecen como energía flotante, no se descargan ni se ligan.
Entre los pensamientos latentes del sueño se encuentran los restos diurnos (vivencias recientes) utilizados como cobertura por el deseo inconsciente en su intento de devenir consciente. Pueden incitar a la formación del sueño, pero su fuerza no es suficiente, y debe recibir un envión desde el deseo inconsciente, que está siempre alerta para expresarse.
Lo inconsciente ofrece la fuerza pulsionante para la formación del sueño, y por ende para la realización de deseo. Toda excitación que llegaba de afuera era inmediatamente descargada a través de la motricidad, para estar libre de estímulos.
Pero surgen las necesidades corporales que provocan una excitación desde adentro, y que no se resuelven con la descarga por vías motrices. (ej. Nutrición: hace referencia al niño que llora y patalea pero la situación no cambia para él, continua sintiendo hambre. Sólo adviene un cambio, se cancela la excitación interior cuando por auxilio ajeno se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción)
La necesidad provocó una excitación imprimiendo una huella mnémica, y la satisfacción de esa necesidad dio lugar a la percepción del objeto de satisfacción (el acceso al alimento), cuya imagen mnémica se asocia a la huella de la necesidad.
Cuando aparezca otra vez la necesidad, en virtud de este nexo, la imagen mnémica de la percepción del objeto de satisfacción intentará ser investida (recargada) por una moción psíquica (movimiento energético) para producir esa misma percepción en el interior del aparato, un objeto alucinatorio, con el fin de volver a establecer la satisfacción primera. Esta tendía hacia una identidad perceptivamente idéntica a la vivencia de satisfacción.
A la moción psíquica que intenta investir a la percepción, la llama deseo y el surgimiento de la percepción del objeto de satisfacción, realización de deseo. En el aparato primitivo el deseo terminaba en una alucinación por la vía regrediente.
Pero el objeto alucinatorio no daba satisfacción a la necesidad, para conseguir el objeto real de satisfacción, se debía detener la regresión para que no vaya más allá de la imagen mnémica y no se produzca la alucinación. Esta detención lleva a un desvío hacia el mundo exterior gobernada de un segundo sistema.
Desde la imagen mnémica se produce una actividad de pensamiento hasta que se establece la percepción del objeto real de satisfacción con la modificación del mundo exterior, que denomina identidad de pensamiento y así el pensar sustituye al deseo alucinatorio.
La experiencia de la vivencia de satisfacción con la satisfacción real y la alucinatoria, constituye el fundamento por el que se apoya la descripción de la naturaleza del deseo. El deseo es una búsqueda de satisfacción real pero se forma sobre la base del modelo de la alucinación en el aparato primitivo.
Este aparato se regulaba por el empeño de descargar inmediatamente la excitación que provenía del exterior para mantenerse libre de toda excitación. Pero como consecuencia de la experiencia de la vivencia de satisfacción se produce una acumulación de la excitación, un aumento de tensión que es percibido como displacer que activa al aparato que intenta buscar la satisfacción, una disminución de la tensión que es percibida como placer.
La corriente que se produce en el aparato que parte del displacer y se dirige hacia el placer es el deseo. Sólo un deseo es puede poner en movimiento al aparato, la excitación es regulada por las percepciones de placer y de displacer.