“Método Científico y Poder Político. El Pensamiento del Siglo XVII” de García Orza- Filosofía- 2do cuatrimestre.
Introducción:
I)
El proceso de transformación de la sociedad feudal y el acrecentamiento y la posterior hegemonía de los sectores burgueses se inicia en el siglo XV(15) en las más importantes ciudades europeas y continúa ininterrumpidamente hasta su florecimiento en el siglo XVIII (18).
El modo de producción feudal –industria artesanal y doméstica, monopolio de las corporaciones artesanales, posesión nobiliaria de la tierra, explotación extensiva y pobre del campo, economía cerrada, cuasi inexistencia del mercado, etc.- comienza a ser reemplazado por otro sistema de producción mucho más dinámico y para lo cual fue necesario la desaparición paulatina de los caracteres que definían al primero.
La transformación comenzó a operarse en el conjunto de la esfera económica: en el campo, en la industria y en el comercio. En el campo el proceso de cambio se acelera en virtud del endeudamiento de la nobleza que era la poseedora natural de la tierra. Ante esta situación el camino que le quedaba a la aristocracia era trágico, ya que sucesivamente debían caer en hipoteca de tierras, endeudamiento, venta de propiedades.
La mejor parte de las propiedades agrícolas de Inglaterra cambió de dueños, pasando en la mayoría de los casos, de la vieja nobleza por nacimiento y del clero a manos de quienes poseían dinero, a saber: mercaderes e industriales, principalmente. Este cambio que se realiza en Inglaterra, también se lleva a cabo en mayor o menor medida, en el resto de Europa.
Quienes compraban, comenzaron a modificar no solamente la tenencia de la tierra, sino que también, en la mayoría de los casos, producen una revolución importante en la explotación agrícola. Por lo tanto, la compra de posesiones de la nobleza no se hacía con el sólo fin de inversión de capitales, sino con la intención de una explotación más racional y productiva: Entre otras cosas, se introdujeron nuevas herramientas y técnicas modernas para el sembrado y cría de ganado. Todo esto trajo como consecuencia un incremento en la producción y ganancias que sobrepasan en mucho las obtenidas por la nobleza.
La tendencia de compra de tierras que caracterizó al siglo XVI (16), no es practicada en el transcurso de siglo XVII (17) debido al gran aumento en el precio de los campos. Esta situación, permite que en este siglo, el capital disponible se invierta en la industria; acelerando el crecimiento industrial y comercial. Este, a su vez, estaba relacionado con el incremento del tráfico marino.
La apertura de los mercados ultramarinos obró como incentivo para el desarrollo industrial, y la industria y el comercio atrajeron para sí la mayor cantidad de inversión de capitales por ser la actividad que comenzó a generar la más alta taza de ganancias.
El proceso de florecimiento de la industria pudo llevarse a cabo por el debilitamiento progresivo de los poderosos gremios de artesanos que producía en función de un mercado local y estrecho.
Esta etapa es seguida por un acentuado proceso de concentración de mano de obra. Esto hacía que la competencia del artesano fuera casi imposible, por la gran inversión de capital que implicaba la producción en escala industrial.
En resumen, durante el siglo XVII (17) el modo de producción capitalista se afianza mediante las siguientes constantes históricas: es resquebrajamiento de las grandes agrupaciones de artesanos, la tendencia del capital estrictamente industrial a emanciparse del capital mercantil, y los comienzos de una explosión capitalista del campo. Es durante esta época cuando se percibe con claridad que el desarrollo de la industria necesita de los servicios del pensamiento científico y que los logros alcanzados por este último deben traducirse en técnicas de aplicación.
Las aplicaciones de los descubrimientos de las ciencias puras (física mecánica) posibilitan la construcción de nuevas herramientas, así como el descubrimiento de nuevas técnicas de procesamiento. El constante perfeccionamiento de máquinas y de herramientas posibilitan una transformación radical en los volúmenes de producción que eran requeridos como consecuencia de la ampliación de los mercados internos y del impulso requerido por los mercados ultramarinos.
La moderna industria no considera ni trata jamás como definitiva la forma existente de un proceso de producción. Su base técnica es, por lo tanto, revolucionar a diferencia de los sistemas anteriores de producción, cuya base técnica era esencialmente conservadora. Por medio de la maquinaria, de los procesos de la química, y de otros métodos revoluciona constantemente la base técnica de la producción, y con ella las funciones de los obreros y las combinaciones sociales del proceso de trabajo. De este modo, revoluciona también, no menos incesantemente, la división del trabajo dentro de la sociedad, lanzando sin cesar masas de capital y de obreros de una a otra rama de la producción.
La burguesía afirmada políticamente y dueña del poder, borra definitivamente los rastros de la sociedad medieval; a partir de entonces no hará sino modificar permanentemente las relaciones de producción.
La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes.
II)
Paralelamente al desmoronamiento político y económico del feudalismo, en la esfera del pensamiento se lleva a cabo una crítica profunda a las ideas asociadas con este régimen. El resquebrajamiento de los sólidos pilares de la sociedad medieval, está acompañado por la disolución de sus rígidas estructuras de pensamiento.
El primer momento de esta tarea de renovación intelectual se lleva a cabo durante el Renacimiento: con la mirada puesta en el humanismo clásico: los intelectuales renacentistas tratan de introducir un nuevo modelo de hombre. Al rígido encasillamiento de las castas, a la clásica inmovilidad de la sociedad feudal, los hombres del Renacimiento llevando a cabo múltiples actividades se opondrán vitalmente a la clásica división del trabajo medieval. Con el surgimiento de la burguesía se “sustituye al individuo parcial, simple instrumento de una función de detalle, por el individuo desarrollado en su totalidad”.
También en el Renacimiento se comienza a teorizar sobre el origen del poder político y tienden a postular una organización más racional de la sociedad.
La temática inaugurada en los siglo XV(15) Y XVI(16) se estructura con mayor rigor en el siglo XVII(17) y abarcará la siguiente problemática:
1) Observación directa de la realidad ;
2) Desplazamiento de la autoridad tradicional como criterio de verdad por la subjetividad del individuo
3) Cuestionamiento del ordenamiento social; el derecho natural reemplaza como fundamento del orden social a la ontología social aristocrático-teológicas de las castas medievales.
El nuevo punto de mira tiene como base de apoyo el previo análisis de las estructuras fundamentales de conocimiento humano. El hombre no es sólo un animal creyente, sino que también y por sobre todas las cosas, un animal racional.
La crítica al pensamiento escolástico se lleva a cabo a partir de la nueva gnoseología(rama de la filosofía que estudia la naturaleza, el origen y el alcance del conocimiento.) y se efectúan tanto desde las posiciones empiristas como racionalistas.
Descartes al iniciar su filosofía desde la duda metódica pondrá entre paréntesis no sólo el conocimiento vulgar, sino todo aquel conocimiento que aunque estructurado científicamente no respondiera a la cosmovisión filosófica de la época.
Educados en centros universitarios de su época en donde se impartía una meticulosa formación escolástica, estos pensadores conocieron en toda su amplitud las consecuencias de una ciencia basada en la silogística aristotélica (Argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales, llamada conclusión, se deduce necesariamente de las otras dos, denominadas premisas:).
El silogismo aristotélico con su dialéctica vana y la interpretación de las Sagradas escrituras, constituían los pilares de la enseñanza universitaria.
Descartes considera que el silogismo “es totalmente inútil para los que quieren investigar la verdad de las cosas y tan sólo puede servir, a veces, para decir con mayor facilidad a otros las razones conocidas de antemano”.
III)
A diferencia de los siglos posteriores, la mayoría de los filósofos más destacados del siglo XVII (17) no tuvieron oportunidad de impartir sus enseñanzas en las universidades europeas. A pesar de que expresaban completamente una época, la burguesía no estaba afirmada con suficiente fuerza en el poder, razón por la cual fueron en más de una oportunidad perseguidos, prohibidos sus libros por las autoridades eclesiásticas , o como en el caso de Galileo, espectacularmente enjuiciados por la Inquisición.
IV)
La nueva experiencia histórico-política que comienza a gestarse en Europa, determinará en muchos aspectos la problemática filosófica. En efectos, en momentos de acentuada modificación de la estructura político-social, los cambios producidos en el nivel de la infraestructura económica tienen su correspondencia en el nivel superestructural de la sociedad.
Que la preocupación básica del pensamiento moderno estuviera constituido en lo fundamental por el problema gnoseológico y por el descubrimiento de una nueva metodología científica que permitiera el avance ininterrumpido de la razón se explica en virtud de una época que exigía para su propio desarrollo la aplicación técnica de los resultados de la ciencia. Por lo mismo, requería que el esfuerzo del consumo de los sectores intelectuales estuviera abocado más directamente a cuestiones de interés científico que en dialécticas sutiles acerca del orden divino.
Las nuevas formas de producción necesitaban de un conocimiento más profundo de la naturaleza, tal conocimiento no debía entenderse como meramente contemplativo, es decir, a la vieja manera clásica, sino que debía ser entendido de acuerdo a sus notas más nuevas y revolucionarias; para esta época el conocimiento es por sobre todas las cosas, poder y dominio.
El carácter operativo de la ciencia favorece las posibilidades de dominio real sobre la naturaleza, dominio que a su vez surge de las necesidades de una clase social, de apropiarse de un modo más racional en intensivo del medio natural. El método que ponga al descubierto esas posibilidades se convierte entonces en el centro de las preocupaciones filosóficas y científicas.
Las formulaciones de la metodología son, en todos los casos, proposiciones generales y sencillas, con el objeto de que sean utilizadas por las más variadas disciplinas científicas. Descartes presenta en el Discurso del Método sus cuatro reglas para bien dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias.
Galileo por su parte, en su labor concreta de investigación, lleva a la práctica por primera vez la observación y la experimentación en sentido moderno, esto es que a partir de él comienza a adquirir importancia el equipamiento del instrumental científico necesario, como herramienta imprescindible para el avance de la ciencia.
La observación, la experimentación, la utilización del instrumento científico determinarán el modo de interrogar a la naturaleza propia del mundo moderno, pero también para poder comprender sus respuestas, el hombre de ciencia entiende que debe matematizar el universo. Interpretar al mundo natural al modo de la matemática, es decir, al modo de la razón, es otro de los rasgos que acompañan al pensamiento científico.
Es así que la ciencia matemática logra, en el siglo XVII(17) un importante desarrollo.
También la filosofía (el pensar en general), si bien por un camino más especulativo, toma a partir de Descartes, el modelo de las matemáticas.
Descartes se plantea, en última instancia, la justificación del mundo natural y encuentra su fundamentación en la razón, facultad que es propia de la ciencia matemática.
La gnoseología moderna, partiendo de estas premisas, inaugura un nuevo soporte de la objetividad. Al convertir al individuo racional en juez de sus propias realizaciones, es es, al poner el criterio de la verdad en el interior mismo del sujeto, rompe por completo con el criterio de verdad medieval basado en la correspondencia del conocimiento con las Sagradas Escrituras.
A partir de este momento, el uso apropiado de la razón permite descubrir verdades eternas (universales y necesarias) es decir, que la case social que comienza a constituirse como clase universal, debía instaurar al mismo tiempo, como universal sus propios productos del pensamiento, haciendo pasar previamente como universales las estructuras básicas del conocimiento. Lo que ella instauraba como verdadero, debía ser aceptado y reconocido como tal, por el conjunto de la sociedad.
Finalizaba así una época de dominación en nombre de la Iglesia, para dar lugar a otra en donde el sometimiento se haría en nombre de la ciencia.
V)
Los éxitos alcanzados en el ámbito de las ciencias naturales llevaron a los pensadores del siglo XVII(17) a trasladar el método a la esfera de los fenómenos sociales otorgando de hecho status científico a la ciencia social. Nace como consecuencia la moderna filosofía social a semejanza de una filosofía natural. Si se ha dominado a la naturaleza en base a principios racionales, se deben lograr resultados similares aplicando idénticos principios a la sociedad civil. Así como se han descubierto las leyes que rigen los procesos de la naturaleza, deben descubrirse las leyes que rigen el comportamiento social.
“Los pensadores modernos ya no se preguntan como los antiguos por las condiciones morales de la vida buena y excelente, sino por las condiciones reales de la supervivencia.
Los distintos intereses que defienden tanto Locke como Hobbes, construyen el cuerpo de su filosofía social, de acuerdo con el modelo de la ciencia natural, lo que pone de manifiesto una vez más el lugar de privilegio que ocupaba el pensamiento científico durante el siglo XVII(17) y su capacidad de influencia que llegaba, inclusive, a determinar el pensamiento político.
VI)
La ciencia y su utilización no han sido, en ningún momento de la historia de pensamiento, ingenuas. En el siglo XVII la preocupación por la estructura del conocimiento fue apoyado por los sectores de la burguesía en ascenso, con miras a la utilización de los resultados en función de sus necesidades de poder y de sus ansias de dominio.
Por medio del afán de universalización, bien pronto aquellos intereses que estaban estrechamente vinculados y preocupados por el desarrollo de la ciencia, transfirieron sus propias expectativas a la conciencia general de los pueblos. Es así que el disfrute de los beneficios de la ciencia se difunde como generalizado, esto es, que del desarrollo de la ciencia dependen, en gran parte, las posibilidades de vivir en un mundo mejor, que sus aplicaciones se inclinen al bienestar general; la aplicación de los principios de la física mecánica al perfeccionamiento de la maquinaria industrial responde a la humanización del trabajo; el contrato social fundado científicamente termina con una época de arbitrareidades y viejas facultades para dar lugar al nacimiento del estado democrático; el aumento de la producción trae como consecuencia un mejoramiento en el bienestar de los individuos. Tales fueron algunos de los espejismos que las clases dominantes estructuraron alrededor de la ciencia.
El conociemiento científico entendido como ayuda es también lo útil, lo que sirve. Utilidad y servicio serán las notas que la sociedad liberal difundirá como específicas de la ciencia moderna. La ciencia se establece, pues, como reina de las actividades humanas, en tanto que proporciona utilidad y servidumbre.
La ciencia moderna no sólo matematiza al mundo, sino también ella misma se mide por sus propios resultados dándose a sí misma la posibilidad de corregirse, procedimiento que tiende a hacerla cada vez más eficaz. La nueva jerarquización social de la técnica y de la práctica de la cual sobresale la técnica del cálculo matemático, permite comprobar los resultados de la ciencia de una manera directa. Así, el número se convierte en regla del iluminismo.
Las clases gobernantes siempre necesitaron para dominar con mejores resultados, de intermediarios. En la época del feudalismo, la iglesia desempeñó ese papel entre el señor feudal y el siervo: la desigualdad social tenía como fundamento la rígida metafísica cristiana. A partir del siglo XVII, la ciencia cumplirá el mismo rol en la sociedad moderna. El funcionamiento del mecanismo social tiene su garantía de perfectibilidad y certeza en el pensamiento científico.
Introducción:
I)
El proceso de transformación de la sociedad feudal y el acrecentamiento y la posterior hegemonía de los sectores burgueses se inicia en el siglo XV(15) en las más importantes ciudades europeas y continúa ininterrumpidamente hasta su florecimiento en el siglo XVIII (18).
El modo de producción feudal –industria artesanal y doméstica, monopolio de las corporaciones artesanales, posesión nobiliaria de la tierra, explotación extensiva y pobre del campo, economía cerrada, cuasi inexistencia del mercado, etc.- comienza a ser reemplazado por otro sistema de producción mucho más dinámico y para lo cual fue necesario la desaparición paulatina de los caracteres que definían al primero.
La transformación comenzó a operarse en el conjunto de la esfera económica: en el campo, en la industria y en el comercio. En el campo el proceso de cambio se acelera en virtud del endeudamiento de la nobleza que era la poseedora natural de la tierra. Ante esta situación el camino que le quedaba a la aristocracia era trágico, ya que sucesivamente debían caer en hipoteca de tierras, endeudamiento, venta de propiedades.
La mejor parte de las propiedades agrícolas de Inglaterra cambió de dueños, pasando en la mayoría de los casos, de la vieja nobleza por nacimiento y del clero a manos de quienes poseían dinero, a saber: mercaderes e industriales, principalmente. Este cambio que se realiza en Inglaterra, también se lleva a cabo en mayor o menor medida, en el resto de Europa.
Quienes compraban, comenzaron a modificar no solamente la tenencia de la tierra, sino que también, en la mayoría de los casos, producen una revolución importante en la explotación agrícola. Por lo tanto, la compra de posesiones de la nobleza no se hacía con el sólo fin de inversión de capitales, sino con la intención de una explotación más racional y productiva: Entre otras cosas, se introdujeron nuevas herramientas y técnicas modernas para el sembrado y cría de ganado. Todo esto trajo como consecuencia un incremento en la producción y ganancias que sobrepasan en mucho las obtenidas por la nobleza.
La tendencia de compra de tierras que caracterizó al siglo XVI (16), no es practicada en el transcurso de siglo XVII (17) debido al gran aumento en el precio de los campos. Esta situación, permite que en este siglo, el capital disponible se invierta en la industria; acelerando el crecimiento industrial y comercial. Este, a su vez, estaba relacionado con el incremento del tráfico marino.
La apertura de los mercados ultramarinos obró como incentivo para el desarrollo industrial, y la industria y el comercio atrajeron para sí la mayor cantidad de inversión de capitales por ser la actividad que comenzó a generar la más alta taza de ganancias.
El proceso de florecimiento de la industria pudo llevarse a cabo por el debilitamiento progresivo de los poderosos gremios de artesanos que producía en función de un mercado local y estrecho.
Esta etapa es seguida por un acentuado proceso de concentración de mano de obra. Esto hacía que la competencia del artesano fuera casi imposible, por la gran inversión de capital que implicaba la producción en escala industrial.
En resumen, durante el siglo XVII (17) el modo de producción capitalista se afianza mediante las siguientes constantes históricas: es resquebrajamiento de las grandes agrupaciones de artesanos, la tendencia del capital estrictamente industrial a emanciparse del capital mercantil, y los comienzos de una explosión capitalista del campo. Es durante esta época cuando se percibe con claridad que el desarrollo de la industria necesita de los servicios del pensamiento científico y que los logros alcanzados por este último deben traducirse en técnicas de aplicación.
Las aplicaciones de los descubrimientos de las ciencias puras (física mecánica) posibilitan la construcción de nuevas herramientas, así como el descubrimiento de nuevas técnicas de procesamiento. El constante perfeccionamiento de máquinas y de herramientas posibilitan una transformación radical en los volúmenes de producción que eran requeridos como consecuencia de la ampliación de los mercados internos y del impulso requerido por los mercados ultramarinos.
La moderna industria no considera ni trata jamás como definitiva la forma existente de un proceso de producción. Su base técnica es, por lo tanto, revolucionar a diferencia de los sistemas anteriores de producción, cuya base técnica era esencialmente conservadora. Por medio de la maquinaria, de los procesos de la química, y de otros métodos revoluciona constantemente la base técnica de la producción, y con ella las funciones de los obreros y las combinaciones sociales del proceso de trabajo. De este modo, revoluciona también, no menos incesantemente, la división del trabajo dentro de la sociedad, lanzando sin cesar masas de capital y de obreros de una a otra rama de la producción.
La burguesía afirmada políticamente y dueña del poder, borra definitivamente los rastros de la sociedad medieval; a partir de entonces no hará sino modificar permanentemente las relaciones de producción.
La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes.
II)
Paralelamente al desmoronamiento político y económico del feudalismo, en la esfera del pensamiento se lleva a cabo una crítica profunda a las ideas asociadas con este régimen. El resquebrajamiento de los sólidos pilares de la sociedad medieval, está acompañado por la disolución de sus rígidas estructuras de pensamiento.
El primer momento de esta tarea de renovación intelectual se lleva a cabo durante el Renacimiento: con la mirada puesta en el humanismo clásico: los intelectuales renacentistas tratan de introducir un nuevo modelo de hombre. Al rígido encasillamiento de las castas, a la clásica inmovilidad de la sociedad feudal, los hombres del Renacimiento llevando a cabo múltiples actividades se opondrán vitalmente a la clásica división del trabajo medieval. Con el surgimiento de la burguesía se “sustituye al individuo parcial, simple instrumento de una función de detalle, por el individuo desarrollado en su totalidad”.
También en el Renacimiento se comienza a teorizar sobre el origen del poder político y tienden a postular una organización más racional de la sociedad.
La temática inaugurada en los siglo XV(15) Y XVI(16) se estructura con mayor rigor en el siglo XVII(17) y abarcará la siguiente problemática:
1) Observación directa de la realidad ;
2) Desplazamiento de la autoridad tradicional como criterio de verdad por la subjetividad del individuo
3) Cuestionamiento del ordenamiento social; el derecho natural reemplaza como fundamento del orden social a la ontología social aristocrático-teológicas de las castas medievales.
El nuevo punto de mira tiene como base de apoyo el previo análisis de las estructuras fundamentales de conocimiento humano. El hombre no es sólo un animal creyente, sino que también y por sobre todas las cosas, un animal racional.
La crítica al pensamiento escolástico se lleva a cabo a partir de la nueva gnoseología(rama de la filosofía que estudia la naturaleza, el origen y el alcance del conocimiento.) y se efectúan tanto desde las posiciones empiristas como racionalistas.
Descartes al iniciar su filosofía desde la duda metódica pondrá entre paréntesis no sólo el conocimiento vulgar, sino todo aquel conocimiento que aunque estructurado científicamente no respondiera a la cosmovisión filosófica de la época.
Educados en centros universitarios de su época en donde se impartía una meticulosa formación escolástica, estos pensadores conocieron en toda su amplitud las consecuencias de una ciencia basada en la silogística aristotélica (Argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales, llamada conclusión, se deduce necesariamente de las otras dos, denominadas premisas:).
El silogismo aristotélico con su dialéctica vana y la interpretación de las Sagradas escrituras, constituían los pilares de la enseñanza universitaria.
Descartes considera que el silogismo “es totalmente inútil para los que quieren investigar la verdad de las cosas y tan sólo puede servir, a veces, para decir con mayor facilidad a otros las razones conocidas de antemano”.
III)
A diferencia de los siglos posteriores, la mayoría de los filósofos más destacados del siglo XVII (17) no tuvieron oportunidad de impartir sus enseñanzas en las universidades europeas. A pesar de que expresaban completamente una época, la burguesía no estaba afirmada con suficiente fuerza en el poder, razón por la cual fueron en más de una oportunidad perseguidos, prohibidos sus libros por las autoridades eclesiásticas , o como en el caso de Galileo, espectacularmente enjuiciados por la Inquisición.
IV)
La nueva experiencia histórico-política que comienza a gestarse en Europa, determinará en muchos aspectos la problemática filosófica. En efectos, en momentos de acentuada modificación de la estructura político-social, los cambios producidos en el nivel de la infraestructura económica tienen su correspondencia en el nivel superestructural de la sociedad.
Que la preocupación básica del pensamiento moderno estuviera constituido en lo fundamental por el problema gnoseológico y por el descubrimiento de una nueva metodología científica que permitiera el avance ininterrumpido de la razón se explica en virtud de una época que exigía para su propio desarrollo la aplicación técnica de los resultados de la ciencia. Por lo mismo, requería que el esfuerzo del consumo de los sectores intelectuales estuviera abocado más directamente a cuestiones de interés científico que en dialécticas sutiles acerca del orden divino.
Las nuevas formas de producción necesitaban de un conocimiento más profundo de la naturaleza, tal conocimiento no debía entenderse como meramente contemplativo, es decir, a la vieja manera clásica, sino que debía ser entendido de acuerdo a sus notas más nuevas y revolucionarias; para esta época el conocimiento es por sobre todas las cosas, poder y dominio.
El carácter operativo de la ciencia favorece las posibilidades de dominio real sobre la naturaleza, dominio que a su vez surge de las necesidades de una clase social, de apropiarse de un modo más racional en intensivo del medio natural. El método que ponga al descubierto esas posibilidades se convierte entonces en el centro de las preocupaciones filosóficas y científicas.
Las formulaciones de la metodología son, en todos los casos, proposiciones generales y sencillas, con el objeto de que sean utilizadas por las más variadas disciplinas científicas. Descartes presenta en el Discurso del Método sus cuatro reglas para bien dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias.
Galileo por su parte, en su labor concreta de investigación, lleva a la práctica por primera vez la observación y la experimentación en sentido moderno, esto es que a partir de él comienza a adquirir importancia el equipamiento del instrumental científico necesario, como herramienta imprescindible para el avance de la ciencia.
La observación, la experimentación, la utilización del instrumento científico determinarán el modo de interrogar a la naturaleza propia del mundo moderno, pero también para poder comprender sus respuestas, el hombre de ciencia entiende que debe matematizar el universo. Interpretar al mundo natural al modo de la matemática, es decir, al modo de la razón, es otro de los rasgos que acompañan al pensamiento científico.
Es así que la ciencia matemática logra, en el siglo XVII(17) un importante desarrollo.
También la filosofía (el pensar en general), si bien por un camino más especulativo, toma a partir de Descartes, el modelo de las matemáticas.
Descartes se plantea, en última instancia, la justificación del mundo natural y encuentra su fundamentación en la razón, facultad que es propia de la ciencia matemática.
La gnoseología moderna, partiendo de estas premisas, inaugura un nuevo soporte de la objetividad. Al convertir al individuo racional en juez de sus propias realizaciones, es es, al poner el criterio de la verdad en el interior mismo del sujeto, rompe por completo con el criterio de verdad medieval basado en la correspondencia del conocimiento con las Sagradas Escrituras.
A partir de este momento, el uso apropiado de la razón permite descubrir verdades eternas (universales y necesarias) es decir, que la case social que comienza a constituirse como clase universal, debía instaurar al mismo tiempo, como universal sus propios productos del pensamiento, haciendo pasar previamente como universales las estructuras básicas del conocimiento. Lo que ella instauraba como verdadero, debía ser aceptado y reconocido como tal, por el conjunto de la sociedad.
Finalizaba así una época de dominación en nombre de la Iglesia, para dar lugar a otra en donde el sometimiento se haría en nombre de la ciencia.
V)
Los éxitos alcanzados en el ámbito de las ciencias naturales llevaron a los pensadores del siglo XVII(17) a trasladar el método a la esfera de los fenómenos sociales otorgando de hecho status científico a la ciencia social. Nace como consecuencia la moderna filosofía social a semejanza de una filosofía natural. Si se ha dominado a la naturaleza en base a principios racionales, se deben lograr resultados similares aplicando idénticos principios a la sociedad civil. Así como se han descubierto las leyes que rigen los procesos de la naturaleza, deben descubrirse las leyes que rigen el comportamiento social.
“Los pensadores modernos ya no se preguntan como los antiguos por las condiciones morales de la vida buena y excelente, sino por las condiciones reales de la supervivencia.
Los distintos intereses que defienden tanto Locke como Hobbes, construyen el cuerpo de su filosofía social, de acuerdo con el modelo de la ciencia natural, lo que pone de manifiesto una vez más el lugar de privilegio que ocupaba el pensamiento científico durante el siglo XVII(17) y su capacidad de influencia que llegaba, inclusive, a determinar el pensamiento político.
VI)
La ciencia y su utilización no han sido, en ningún momento de la historia de pensamiento, ingenuas. En el siglo XVII la preocupación por la estructura del conocimiento fue apoyado por los sectores de la burguesía en ascenso, con miras a la utilización de los resultados en función de sus necesidades de poder y de sus ansias de dominio.
Por medio del afán de universalización, bien pronto aquellos intereses que estaban estrechamente vinculados y preocupados por el desarrollo de la ciencia, transfirieron sus propias expectativas a la conciencia general de los pueblos. Es así que el disfrute de los beneficios de la ciencia se difunde como generalizado, esto es, que del desarrollo de la ciencia dependen, en gran parte, las posibilidades de vivir en un mundo mejor, que sus aplicaciones se inclinen al bienestar general; la aplicación de los principios de la física mecánica al perfeccionamiento de la maquinaria industrial responde a la humanización del trabajo; el contrato social fundado científicamente termina con una época de arbitrareidades y viejas facultades para dar lugar al nacimiento del estado democrático; el aumento de la producción trae como consecuencia un mejoramiento en el bienestar de los individuos. Tales fueron algunos de los espejismos que las clases dominantes estructuraron alrededor de la ciencia.
El conociemiento científico entendido como ayuda es también lo útil, lo que sirve. Utilidad y servicio serán las notas que la sociedad liberal difundirá como específicas de la ciencia moderna. La ciencia se establece, pues, como reina de las actividades humanas, en tanto que proporciona utilidad y servidumbre.
La ciencia moderna no sólo matematiza al mundo, sino también ella misma se mide por sus propios resultados dándose a sí misma la posibilidad de corregirse, procedimiento que tiende a hacerla cada vez más eficaz. La nueva jerarquización social de la técnica y de la práctica de la cual sobresale la técnica del cálculo matemático, permite comprobar los resultados de la ciencia de una manera directa. Así, el número se convierte en regla del iluminismo.
Las clases gobernantes siempre necesitaron para dominar con mejores resultados, de intermediarios. En la época del feudalismo, la iglesia desempeñó ese papel entre el señor feudal y el siervo: la desigualdad social tenía como fundamento la rígida metafísica cristiana. A partir del siglo XVII, la ciencia cumplirá el mismo rol en la sociedad moderna. El funcionamiento del mecanismo social tiene su garantía de perfectibilidad y certeza en el pensamiento científico.