ESTIGMA – GOFFMAN
El término estigma era utilizado para referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quienes los presentaba. En la actualidad, es utilizado para designar preferentemente al mal en sí mismo y no a sus manifestaciones corporales.
La sociedad establece los medios para categorizar a las personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes naturales en los miembros de cada una de esas categorías. El medio social establece las categorías de personas que en él se pueden encontrar.
Es probable que al encontrarnos ante un extraño las primeras apariencias nos permitan prever en que categoría se halla y cuáles son sus atributos, su identidad social. El carácter que atribuimos es una identidad social virtual. La categoría y atributos que, según puede demostrarse, le pertenecen, es una identidad social real. El extraño que está presente ante nosotros puede demostrar ser dueño de un atributo que lo vuelve diferente de los demás (dentro de la categoría de personas a la que él tiene acceso) y lo convierte en alguien menos apetecible. Dejamos de verlo como una persona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado. Un atributo de esa naturaleza es un estigma. A veces se llama defecto, falla o desventaja. Esto es una discrepancia entre la identidad social virtual y la real.
El término estigma será utilizado para referirse a un atributo desacreditador en un individuo, pero lo que en realidad se necesita es un lenguaje de relaciones, no de atributos, ya que un atributo que estimatiza a un tipo de poseedor puede confirmar la normalidad de otro, y por consiguiente, no es ni honroso ni despreciable en sí mismo. Un estigma entonces, es realmente una clase especial de relación entre atributo y estereotipo.
El individuo estimatizado puede suponer que su calidad de diferente ya es conocida o resulta evidente en el acto (situación del desacreditado), o por el contrario, que su condición no es conocida por quienes lo rodean, ni inmediatamente perceptible para ellos (situación del desacreditable).
Se pueden mencionar tres tipos de estigmas:
1) Las abominaciones del cuerpo.
2) Defectos de carácter del individuo.
3) Estigmas tribales de la raza, nación o religión.
En los tres tipos están los mismos rasgos sociológicos: un individuo que podía haber sido fácilmente aceptado en un intercambio social corriente posee un rasgo que puede imponerse a la fuerza a nuestra atención y nos lleva a alejarnos de él cuando lo encontramos, anulando el llamado que nos hacen el resto de sus atributos.
Las actitudes y medidas que los normales (todos aquellos que no se apartan negativamente de las expectativas particulares que están en discusión) adoptan hacia los estigmatizados son conocidas. Creemos que la persona que tiene un estigma no es totalmente humana y así practicamos diversos tipos de discriminación, mediante la cual reducimos en la práctica, sus posibilidades de vida. Construimos una ideología del estigma para explicar su inferioridad y dar cuenta del peligro que presenta esa persona.
El estigmatizado, sin embargo, tiende a sostener las mismas creencias sobre la identidad que nosotros, la sensación de ser una persona normal.
Aunque también, las pautas que ha incorporado de la sociedad, lo habilitan para mantenerse alerta frente a lo que los demás consideran como su defecto, lo que lo lleva a aceptar que está muy lejos de ser como en realidad debería (disociación entre las autodemandas y el yo)
El rasgo central que caracteriza la situación vital del individuo estigmatizado está referido a la aceptación. Las personas con las que tiene trato no logran darle el respeto y la consideración que los aspectos no contaminados de su identidad social habían hecho prever y que él había previsto recibir, y se hace eco del rechazo cuando descubre que alguno de sus atributos lo justifican.
En algunos casos, al estigmatizado le será posible intentar corregir lo que considera el fundamento objetivo de su deficiencia (aunque esto puede hacer correr el peligro que para el estigmatizado significa caer en manos de servidores fraudulentos que le venden los medios para corregir dicha deficiencia); lo cual revela los extremos en que están dispuestos a llegar los estigmatizados.
Éste también puede intentar corregir su condición en forma indirecta, dedicando un enorme esfuerzo personal al manejo de áreas de actividad que por razones accidentales o físicas se consideran inaccesibles para quien posea su defecto.
Una persona estigmatizada puede reaccionar a su problema aislándose, carente de feedback (realimentación del intercambio social con los demás) y podrá volverse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa y aturdida.
El temor a que los demás puedan faltarle el respeto a una persona por algo que ésta exhibe significa que se sentirá siempre insegura en su contacto con otra gente. Proviene de algo que ese individuo sabe que no puede arreglar: la inferioridad. Por lo tanto, la gente tendrá más aversión y no se sentirá seguro con ellos. El estigmatizado puede descubrir que se siente inseguro acerca del modo en que los normales lo identifican y reciben. Aparece en él la sensación de no saber qué es lo que los demás piensan realmente de el.
El igual y el sabio
La persona estigmatizada es aislada por la sociedad de modo que pasa por ser una persona desacreditada frente a un mundo que no lo acepta. Sin embargo, casi siempre advertirá que existe gente sensible dispuesta a adoptar su punto de vista en el mundo y a compartir el sentimiento de que es humano y esencialmente moral.
Hay que considerar dos categorías:
- El primer grupo de personas benévolas es el que comparte su estigma. Son conocedores de lo que éste implica, por experiencia propia.
Entre sus iguales, el estigmatizado puede usar su desventaja como base para organizar su vida, debiendo resignarse a vivir en un mundo incompleto. Los integrantes de una categoría particular de estigma tienden a reunirse en pequeños grupos sociales. Estos comparten su estigma, y se definen como iguales.
- El otro grupo es el de los sabios, personas normales cuya situación especial los lleva a estar íntimamente informadas acerca de la vida secreta de los individuos estigmatizados y a simpatizar con ellos, y que gozan, al mismo tiempo, de cierto grado de aceptación y de cortés pertenencia al clan. Las personas sabias son hombres marginales ante quienes el individuo que tiene el defecto no necesita avergonzarse ni ejercer autocontrol, porque sabe que será considerado como una persona corriente.
Un tipo de persona sabia es la que cuya sabiduría viene de sus actividades en un establecimiento, que satisface tanto las necesidades de los que tienen estigma como las medidas que la sociedad adopta respecto de estas personas.
Otro tipo de persona sabia es la que se relaciona con un individuo estigmatizado a través de una estructura social; esta relación hace que en algunos aspectos, el resto de la sociedad más amplia considere a ambos como una sola persona (ej. padre del inválido). Están obligados a compartir parte del descredito de la persona estigmatizada con la cual los une la relación.
La carrera moral
Las personas que tienen un estigma particular tienden a pasar por las mismas experiencias de aprendizaje relativas a su condición y por las mismas modificaciones en la concepción del yo. (De esto se trata la carrera moral).
Este proceso de socialización, por el cual la persona estimatizada aprende a incorporar el punto de vista de los normales, adquiriendo así las creencias relativas a la identidad propias del resto de la sociedad, y una idea general de lo que significa poseer un estigma particular, crea pautas importantes:
- Una de las pautas involucra a los que poseen un estigma innato y son socializados dentro de su desventajosa situación al mismo tiempo que aprenden e incorporar los estándares ante los cuales fracasan.
- Una segunda pauta deriva de la capacidad de una familia, y en menor grado, de una comunidad local, de constituirse en cápsula de su joven miembro. (Un niño con un estigma congénito puede ser cuidadosamente protegido dentro de dicha cápsula mediante el control de la información)
- Los que en un momento tardío de la vida son víctimas de un estigma, o advierten que han sido siempre personas desacreditables, ejemplifican una tercera pauta de socialización. Son individuos que han realizado un concienzudo aprendizaje de lo normal y lo estigmatizado mucho tiempo antes de tener que considerarse a sí mismos como personas deficientes. Es probable que tengan un problema especial en re-identificarse consigo mismos, y una facilidad para la autocensura.
Al revisar su propia carrera moral, el individuo estimatizado puede escoger y elaborar retrospectivamente las experiencias que le permiten explicar el origen de las creencias y de las prácticas que ahora tiene con respecto a sus iguales y a los normales.
Doble significado en la carrera moral:
- Como causa objetiva inmediata de una crisis verdadera.
- Como medio para explicar una posición corrientemente adoptada.
El término estigma era utilizado para referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quienes los presentaba. En la actualidad, es utilizado para designar preferentemente al mal en sí mismo y no a sus manifestaciones corporales.
La sociedad establece los medios para categorizar a las personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes naturales en los miembros de cada una de esas categorías. El medio social establece las categorías de personas que en él se pueden encontrar.
Es probable que al encontrarnos ante un extraño las primeras apariencias nos permitan prever en que categoría se halla y cuáles son sus atributos, su identidad social. El carácter que atribuimos es una identidad social virtual. La categoría y atributos que, según puede demostrarse, le pertenecen, es una identidad social real. El extraño que está presente ante nosotros puede demostrar ser dueño de un atributo que lo vuelve diferente de los demás (dentro de la categoría de personas a la que él tiene acceso) y lo convierte en alguien menos apetecible. Dejamos de verlo como una persona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado. Un atributo de esa naturaleza es un estigma. A veces se llama defecto, falla o desventaja. Esto es una discrepancia entre la identidad social virtual y la real.
El término estigma será utilizado para referirse a un atributo desacreditador en un individuo, pero lo que en realidad se necesita es un lenguaje de relaciones, no de atributos, ya que un atributo que estimatiza a un tipo de poseedor puede confirmar la normalidad de otro, y por consiguiente, no es ni honroso ni despreciable en sí mismo. Un estigma entonces, es realmente una clase especial de relación entre atributo y estereotipo.
El individuo estimatizado puede suponer que su calidad de diferente ya es conocida o resulta evidente en el acto (situación del desacreditado), o por el contrario, que su condición no es conocida por quienes lo rodean, ni inmediatamente perceptible para ellos (situación del desacreditable).
Se pueden mencionar tres tipos de estigmas:
1) Las abominaciones del cuerpo.
2) Defectos de carácter del individuo.
3) Estigmas tribales de la raza, nación o religión.
En los tres tipos están los mismos rasgos sociológicos: un individuo que podía haber sido fácilmente aceptado en un intercambio social corriente posee un rasgo que puede imponerse a la fuerza a nuestra atención y nos lleva a alejarnos de él cuando lo encontramos, anulando el llamado que nos hacen el resto de sus atributos.
Las actitudes y medidas que los normales (todos aquellos que no se apartan negativamente de las expectativas particulares que están en discusión) adoptan hacia los estigmatizados son conocidas. Creemos que la persona que tiene un estigma no es totalmente humana y así practicamos diversos tipos de discriminación, mediante la cual reducimos en la práctica, sus posibilidades de vida. Construimos una ideología del estigma para explicar su inferioridad y dar cuenta del peligro que presenta esa persona.
El estigmatizado, sin embargo, tiende a sostener las mismas creencias sobre la identidad que nosotros, la sensación de ser una persona normal.
Aunque también, las pautas que ha incorporado de la sociedad, lo habilitan para mantenerse alerta frente a lo que los demás consideran como su defecto, lo que lo lleva a aceptar que está muy lejos de ser como en realidad debería (disociación entre las autodemandas y el yo)
El rasgo central que caracteriza la situación vital del individuo estigmatizado está referido a la aceptación. Las personas con las que tiene trato no logran darle el respeto y la consideración que los aspectos no contaminados de su identidad social habían hecho prever y que él había previsto recibir, y se hace eco del rechazo cuando descubre que alguno de sus atributos lo justifican.
En algunos casos, al estigmatizado le será posible intentar corregir lo que considera el fundamento objetivo de su deficiencia (aunque esto puede hacer correr el peligro que para el estigmatizado significa caer en manos de servidores fraudulentos que le venden los medios para corregir dicha deficiencia); lo cual revela los extremos en que están dispuestos a llegar los estigmatizados.
Éste también puede intentar corregir su condición en forma indirecta, dedicando un enorme esfuerzo personal al manejo de áreas de actividad que por razones accidentales o físicas se consideran inaccesibles para quien posea su defecto.
Una persona estigmatizada puede reaccionar a su problema aislándose, carente de feedback (realimentación del intercambio social con los demás) y podrá volverse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa y aturdida.
El temor a que los demás puedan faltarle el respeto a una persona por algo que ésta exhibe significa que se sentirá siempre insegura en su contacto con otra gente. Proviene de algo que ese individuo sabe que no puede arreglar: la inferioridad. Por lo tanto, la gente tendrá más aversión y no se sentirá seguro con ellos. El estigmatizado puede descubrir que se siente inseguro acerca del modo en que los normales lo identifican y reciben. Aparece en él la sensación de no saber qué es lo que los demás piensan realmente de el.
El igual y el sabio
La persona estigmatizada es aislada por la sociedad de modo que pasa por ser una persona desacreditada frente a un mundo que no lo acepta. Sin embargo, casi siempre advertirá que existe gente sensible dispuesta a adoptar su punto de vista en el mundo y a compartir el sentimiento de que es humano y esencialmente moral.
Hay que considerar dos categorías:
- El primer grupo de personas benévolas es el que comparte su estigma. Son conocedores de lo que éste implica, por experiencia propia.
Entre sus iguales, el estigmatizado puede usar su desventaja como base para organizar su vida, debiendo resignarse a vivir en un mundo incompleto. Los integrantes de una categoría particular de estigma tienden a reunirse en pequeños grupos sociales. Estos comparten su estigma, y se definen como iguales.
- El otro grupo es el de los sabios, personas normales cuya situación especial los lleva a estar íntimamente informadas acerca de la vida secreta de los individuos estigmatizados y a simpatizar con ellos, y que gozan, al mismo tiempo, de cierto grado de aceptación y de cortés pertenencia al clan. Las personas sabias son hombres marginales ante quienes el individuo que tiene el defecto no necesita avergonzarse ni ejercer autocontrol, porque sabe que será considerado como una persona corriente.
Un tipo de persona sabia es la que cuya sabiduría viene de sus actividades en un establecimiento, que satisface tanto las necesidades de los que tienen estigma como las medidas que la sociedad adopta respecto de estas personas.
Otro tipo de persona sabia es la que se relaciona con un individuo estigmatizado a través de una estructura social; esta relación hace que en algunos aspectos, el resto de la sociedad más amplia considere a ambos como una sola persona (ej. padre del inválido). Están obligados a compartir parte del descredito de la persona estigmatizada con la cual los une la relación.
La carrera moral
Las personas que tienen un estigma particular tienden a pasar por las mismas experiencias de aprendizaje relativas a su condición y por las mismas modificaciones en la concepción del yo. (De esto se trata la carrera moral).
Este proceso de socialización, por el cual la persona estimatizada aprende a incorporar el punto de vista de los normales, adquiriendo así las creencias relativas a la identidad propias del resto de la sociedad, y una idea general de lo que significa poseer un estigma particular, crea pautas importantes:
- Una de las pautas involucra a los que poseen un estigma innato y son socializados dentro de su desventajosa situación al mismo tiempo que aprenden e incorporar los estándares ante los cuales fracasan.
- Una segunda pauta deriva de la capacidad de una familia, y en menor grado, de una comunidad local, de constituirse en cápsula de su joven miembro. (Un niño con un estigma congénito puede ser cuidadosamente protegido dentro de dicha cápsula mediante el control de la información)
- Los que en un momento tardío de la vida son víctimas de un estigma, o advierten que han sido siempre personas desacreditables, ejemplifican una tercera pauta de socialización. Son individuos que han realizado un concienzudo aprendizaje de lo normal y lo estigmatizado mucho tiempo antes de tener que considerarse a sí mismos como personas deficientes. Es probable que tengan un problema especial en re-identificarse consigo mismos, y una facilidad para la autocensura.
Al revisar su propia carrera moral, el individuo estimatizado puede escoger y elaborar retrospectivamente las experiencias que le permiten explicar el origen de las creencias y de las prácticas que ahora tiene con respecto a sus iguales y a los normales.
Doble significado en la carrera moral:
- Como causa objetiva inmediata de una crisis verdadera.
- Como medio para explicar una posición corrientemente adoptada.