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    Unidad 6°, resumen.

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    Brunn.
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    Mensaje  Brunn. Vie Dic 17, 2010 11:35 am

    Problemática epistemología y psicología.



    Actualmente, la psicología se nos aparece mucho más como un conjunto de disciplinas diferentes que como una sola y única ciencia. Ya Canguilhem advirtió sobre una psicología entendida como “un pacto de coexistencia pacífica concertada entre profesionales”. La diversidad de objetos que se le atribuyen a la psicología como parte de su indagación, deben buscarse en la exterioridad de su campo específico.

    Canguilhem presume que esta fragmentación supone la existencia de distintas ideas de hombre debajo de los discursos teóricos y prácticas profesionales; en sus concepciones se encuentran parte de los fundamentos de los supuestos ontológicos, epistemológicos y éticos que vertebran teorías psicológicas, lo que es esencial para la psicología.

    En este contexto, el epistemólogo al acercarse al campo de la psicología se encuentra con que el enfoque dado por Wundt desencadenó una serie de psicologías alternativas que se le opusieron en la concepción del objeto de estudio y del método. Se puede distinguir entre el funcionalismo psicológico que caracterizo a la vida psíquica como función de adaptación al ambiente.

    Los estudios de Pavlov y Watson sobre los reflejos condicionados redefinen la psicología como ciencia de la conducta y exclusión de todo menos, a excepción de la observación directa; siguiendo en ese orden el neoconductismo de Skinner y Tolmann. La escuela de la Gestalt, que rechazando el método analítico de Wundt, centró su atención en la percepción, en la forma, en la comprensión del conjunto de problemas. Se observa también al psicoanálisis, al que Freud describe como un procedimiento de investigación de los procesos psíquicos, como método terapéutico de las neurosis. Se presenta la psicología humanística que actúa como vía mediadora entre el psicoanálisis y el método del conductismo. La psicología social basada en psicodrama, sociodrama y sociometría. La psicología genética de Piaget, que concibe el desarrollo de la psicología del individuo como una sucesión de estadios a fin de conseguir el equilibrio progresivo, entre tantas otras.

    El problema que viene a presentar el epistemólogo esta en las teorías que los tienen por objeto, en la pluralidad y diversidad de las psicologías, en su justificación y legitimación, y según cada epistemólogo, en la especificidad que en cada caso las singulariza.

    Como ya se ha estudiado, Marcuse consideraba que la sociedad tendía a perpetuarse bajo la apariencia de una racionalidad neutra y objetiva; ubicamos a la psicología “científica” como una de esas manifestaciones, por ser esa pretensión de cientificidad la máscara ideológica de la exigencias del sistema bajo el cual se organiza la sociedad.

    Pero, hay interrogantes que plantean qué necesidad tiene la psicología de considerarse científica, y se concluye en que la psicología es un razonamiento vano, dado que proporciono aportes teóricos a la ideología dominante cuando en realidad sucede lo contrario -las practicas científicas son el resultado de los aportes de la ideología dominante-. Dice Bernard, “la psicología es una ideología de repuesto”, que como ya lo aclaraba Marcuse tiene a la integración o eliminación de todo elemento en el orden social; pero para que pueda ser considerada científica, la psicología debe romper con su origen ideológico y construir un objeto especifico. Es aquí adonde encontramos al psicoanálisis, que puso sus herramientas en ese camino.

    Pero, la epistemología anglosajona posee otro punto de vista sobre el psicoanálisis y afirma que este no es científico porque comprende una ontología no naturalista (alma, yo, superyó, etc.), no emplea el método científico y no se propone explicar ni exponer sus teorías a corroboraciones empíricas; en cambio el conductismo es medianamente científico y la psicobiología alcanza al cientificidad plena siendo en ella la psyché un conjunto de procesos cerebrales. El psicólogo argentino, Raúl Serroni-Copello afirma que debería postularse una psicología compatible con las ciencias naturales y reconoce a la psicobiología como una reducción de la psicología a la neurofisiología. Dicho psicólogo, siguiendo los planteos kuhnianos del progreso de la ciencia, concluye que en la psicología no hay progreso porque dentro del sistema social la comunidad de psicólogos está detenida en su desarrollo histórico y a pesar de haber tantas psicologías todavía no existe alguna que funde todos los aportes de sus predecesores en una unidad. Lo que el autor propone, es solidificar las comunicaciones entre las comunidades científicas y psicológicas y, formular reglas que posibiliten unificar el progreso integral de la psicología.

    Siguiendo las contribuciones de Bachelard y Althusser, que consideraban al psicoanálisis como ciencia revolucionaria, se dice que tuvieron amplia aceptación en el medio dado que permitieron mantener una real “resistencia” epistemológico ante las confrontaciones positivistas, ya sea el que exigia a la ciencia un lenguaje fisicalista (neopositivismo), la exposición a contrastaciones empíricas (Popper), o la ontología naturalista (Bunge), que descalificaban al psicoanálisis declarándolo metafísico, pre-científico o, pseudocientífico, lo cual se entiende como una fuerte impronta política; incluso, recordemos, cuando Popper menciona que el año 1919 fue fundamental para su filosofía dado que tanto el marxismo como el psicoanálisis eran objeto de admiración entre los habitantes de Viena, hasta que el comienza a dudar del grado de cientificidad de estas teorías y de esta manera pudo establecer su criterio de demarcación al que las mencionadas teorías no pudieron resistir; el psicoanálisis no excluye ninguna conducta humana posible, no permite imposibilidades para el hombre porque este actúa al pie de la teoría psicoanalítica y por eso es incontradecible, metafísica, irrefutable, pura superstición.

    Mario Bunge -argentino conocido por exponer sus críticas a las prácticas pseudocientíficas, incluyendo al psicoanálisis- intenta llevar a las teorías ante el tribunal de la razón epistemológica en el cual las líneas de demarcación determinaran que las teorías que no son científicas deben ser excluidas del ámbito de la ciencia instituida; el psicoanálisis no paso la prueba. Pero de todas maneras no fue excluido ni será excluido del medio, porque lo que sucede es que el ideal epistemológico fracasa en la sociedad, por lo que el problema de contradicción sería mucho más complejo que un simple test empírico a superar, lo que caracteriza al psicoanálisis como lo ineliminable, dado que sus éxitos o fracasos no coinciden con la observación ni con la experimentación, sino que parte de la autorreflexión, porque solo en el curso del análisis se puede determinar la utilidad o inutilidad de la práctica; en términos científicos podemos decir que observación está en el paciente y la experimentación en los casos clínicos.

    De ahí que el ideal epistemológico pueda juzgarlo como pseudocientífico, pero no logrará jamás eliminarlo del suelo practico en el que nace y del cual se nutre, y no podrá jamás refutar la verdad práctica. El problema reside en que las teóricas “pseudocientíficas” tienen algo de verdadero y algo de peligroso, y por eso surge la necesidad de neutralizarlas, desactivarlas, descalificarlas. Afirma Althusser “el adversario no podía tolerar su existencia: ciencias conflictuales”.

    Pero, podemos dar cuenta de que aun en nuestros tiempos dicha polémica no ha cesado.

    En la sociedad actual, la cual es considerada como sociedad postindustrial en la cual prima la información y el conocimiento, el individuo deviene pasivo respecto de la cultura y de la vida social, se debilitan en él el dialogo y la palabra, caen las actividades reflexivas, crece la preocupación por la estética corporal. El individuo tiende a subirse al tren de la competitividad para sumir por si solo los riesgos de la vida, la enfermedad, la vejez, la muerte, la desocupación. Pero todo tiene su precio: stress, nerviosidad, consumo de psicofármacos, angustia; lo que permite el surgimiento de remedios dudosos, orientaciones y terapias adaptadas para responder a los condicionantes socio-culturales del sufrimiento: es aquí adonde se ve operar el rol del psicólogo quien hasta el siglo XX aplicaba por completo sus técnicas con el fin de emancipar al hombre de su tragedia contenida en sus relatos; desentendido de la tecnicidad el psicólogo fomentaba el pensar, pero lo que sucede es que de a poco se va destiñendo su esencia apareciendo por encima el experto en las interacciones del yo y su cerebro. Actualmente se trata de aportar tecnología, ingeniería social y psicológica funcional a la política de contención social, al apaciguamiento del dolor, a la reparación del tejido social dañado por no haber sabido asimilarse al “nuevo orden mundial”, todo ello mediante la administración de psicofármacos o de terapias breves. Sucede que la subjetividad del conformismo y la adaptación exitosa se mantiene al margen de que todo acto de cultura es, al mismo tiempo, un acto de barbarie; de que es ineludible el malestar en la cultura; el sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo que no puede dar cuenta de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia, desde el mundo exterior omnipotente y, desde las relaciones con otros seres humanos, fuente del dolor más doloroso. Pero, el individuo actual ha aprendido a encaminar dichas amenazas, incluso ha sido capaz de reemplazar al verdadero individuo con el otro electrónico, lo que constituye la premisa de control y neutralización de lo trágico dentro de la sociedad.


    Fuente: EPEC.
    Autor del resumen: Camila Jannon.

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