COLOQUIO, PROMOCIÓN EPISTEMOLOGIA 2010.
Tema: Unidad 6
Texto: Andrés, CAPPELLETTI, La multidimiensionalidad de la Psicología
ARTICULACIÓN DE LA MATERIA Y PREGUNTAS FUNDAMENTALES RESPECTO A LA UNIDAD-DIVERSIDAD, CIENFICIDAD, RELACIÓN FILOSOFÍA-PSICOLOGIA, LA TÉCNICA Y EL LUGAR DEL PSICOLOGO EN LA SOCIEDAD ACTUAL, ROL Y FUNCIÓN.
Problemas generales de un campo fragmentario y plural
La psicología se nos aparece mucho más como un conjunto de disciplinas diferentes que una sola y única ciencia.
Fueron bastos los intentos por lograr la unidad de la disciplina. Uno de estos intentos, fue el realizado por Daniel Lagache. El mismo, diferencia dos tipos de psicologías : la naturalista y la humanista. El naturalismo tiende a eliminar la conciencia y a tratar los hechos psicológicos como cosas; el objeto de esta psicología será la conducta exterior y material. El humanismo, admite que los hechos psicológicos son “conciencias”, “vivencias” o “expresiones”; la psicología humanista se va a concentrar en las experiencias vividas y no en las conductas. Para el naturalismo, la personalidad es un sistema de hábitos. Según la tendencia humanista, el todo es anterior a las partes y no podría volver a componerse a partir de sus elementos; la personalidad es una totalidad.
Los naturalistas buscan explicar mediante leyes y relaciones cuantitativas los fenómenos, reducirlos a componentes más simples y de número limitado cuyas propiedades esenciales se expresan mediante curvas. La psicología humanista no se apoya en leyes sino en tipos de ideales o relaciones ideales para comprender los fenómenos, utilizan un método cualitativo.
También se diferencian por su modo de concebir el sustrato de la vida psíquica. El naturalismo no admite ningún sustrato que no sea orgánico. El humanismo, por su parte, concede gran importancia a las capas profundas del psiquismo, al inconciente. Mientras que la psicología naturalista rechaza la finalidad y los valores en razón de sus implicaciones subjetivas, la psicología humanista señala su importancia: la psicología ha de ser “funcional”, el mundo del ser viviente es siempre un mundo de valores. De esta manera, Lagache, distingue la psicología experimental y la psicología clínica, y si bien operan de manera distintas (la primera mediante leyes y la segunda mediante la comprensión de los conflictos que aquejan al hombre proponiendo una serie de pasos que tienden a resolver ese conflicto) , su unidad radica en el objeto: la conducta.
Canguilhem, en su disertación titulada “¿Qué es la Psicología?, realizada en la conferencia realizada en 1956 en el Colegio de Filosofía respondió a la posición tomada por Lagache de rescatar una psicología clínica que permitiera la desmedicalización de la práctica clínica. Es preciso tener en cuenta que el campo disciplinar de la psicología no debe reducirse solo a sus aspectos teóricos-metodológicos, sino que hay que entenderla también como tecnología (sus usos y prácticas) y como unidad profesional; pues no sólo fue una respuesta teórica de Canguilhem a Lagache, sino también una respuesta política al programa académico propuesto por este último lo que signó la conferencia.
Con Canguilhem, la historia se corre de ese lugar tradicional de ser un mero relato acerca de los aciertos y errores, para analizar las coyunturas teóricas y prácticas que la constituyen.
Esta conferencia pone de manifiesto, además, la forma de concebir a la filosofía y su relación con la ciencia. La ciencia debe construir un campo propio y no ser un mero encuentro con el dato; por ello, toda práctica científica depende de proyectos que son “extracientíficos” en los que se inscriben y que forman parte de su historia efectiva.
A la pregunta ¿Qué es la psicología?, se puede responder haciendo aparecer la unidad de su dominio, a pesar de la multiplicad de los proyectos metodológicos. Daniel Lagache busca la unidad de la psicología en su definición posible como teoría general de la conducta, síntesis de la psicología experimental, la psicología clínica, el psicoanálisis, la psicología social y la etnología. Sin embargo, esta unidad se parece más a un pacto de coexistencia pacífica concluido entre profesionales, que a una esencia lógica obtenida por la revelación de una constancia en una variedad de casos. Por ello, Canguilhem, sostiene que investigar los diferentes proyectos implica buscar el sentido de cada uno de ellos en el momento histórico particular en el cual emergen:
* Como ciencia natural: Al plantear la psicología como ciencia natural nos está mostrando que parte de la psicología moderna,-la psicofisiología y la psicopatología de origen médico- no quedó exenta de la influencia de pensadores de la antigüedad, en particular de Aristóteles y Galeno. Momento histórico en el que la psicología era considerada como ciencia del alma, donde el alma era concebida como formando parte del ser natural. De esta manera, la psicología no tiene un estatuto independiente, sino que forma parte de la fisiología entendida en su sentido original como teoría de la naturaleza.
* Como ciencia de la subjetividad: La emergencia de este tipo particular de psicología estuvo mediada por la declinación de la física aristotélica y el surgimiento de la filosofía cartesiana y de la nueva mecánica. Dentro de este proyecto Canguilhem distingue tres formas diferentes de entender la cuestión de la subjetividad.
En primer lugar se constituye como una física del sentido externo pretendiendo encontrar dentro de la estructura del cuerpo humano la razón por la cual la experiencia fragua los datos provenientes del exterior. Ya no se describe a los sentidos como la ciencia del alma, sino que aporta otra categoría a la psicología: el cálculo. De ahí la pretensión de reducir los datos de la sensación a constantes cualitativas. La psicología, lejos de plantear su propia autonomía, queda sujeta a una ciencia mejor fundada, en este caso la física moderna.
También la psicología como ciencia de la subjetividad fue entendida como ciencia del sentido interno o ciencia de la conciencia de sí. Sus fundamentos los encontrará en la filosofía cartesiana para quien el alma era capaz de conocerse sin mediaciones. De esta manera será factible alcanzarla a través de un trabajo de observación de sí, haciendo de la introspección su método propio.
Por último la psicología como ciencia de la subjetividad se aparece como ciencia del sentido íntimo, tomando la forma de una especie de autobiografía, una técnica del diario íntimo. Con esta posición se produce un desplazamiento en el que se abandona el planteo de un yo pienso para reemplazarlo por un yo quiero, tal como lo plantea Maine de Biran. Dicho desplazamiento tuvo como supuesto la existencia de un espacio interior que se contrapone a la exterioridad, entendiendo al hombre como un organismo viviente dotado y guiado por la inteligencia. En tanto organismo, es preciso afirmar la necesidad de que el alma se encarne, que tenga un soporte biológico. Es por esto que este proyecto no concibe una psicología desvinculada de la biología. Luego con Charcot, la psicopatología médica culmina con el psicoanálisis que introduce el principio de que los procesos psíquicos son inconcientes, es decir, que la psicología no se reduce a ser una ciencia de la conciencia. Entonces, cuando la psicología se propone como ciencia del sentido íntimo, se ve suplantada por un lado por la psiquiatría vinculada a la medicina, y por otro por el psicoanálisis que subvierte la noción de lo íntimo, que deja de ser un espacio propio de la conciencia.
* Como ciencia de las reacciones y las conductas: Con ella surge una psicología entendida como una biología de la conducta. Es necesario tener en cuenta por un lado la constitución de la biología como teoría general de las relaciones de los organismos con el medio. Y por otro lado, el desarrollo del industrialismo que puso énfasis y estuvo orientado hacia el carácter productivo del hombre, intentando de esta manera poner fin al pensamiento especulativo declarado como infértil y ocioso. Ahora al apoyarse de esta manera en la biología, la psicología se convierte en un instrumento que toma al hombre como instrumento, culminando en ser una práctica del peritaje, de los test y de procesos de orientación y selección. Esta psicología de la conducta, es totalmente instrumentalista, toma al hombre como una herramienta del sistema, un productor que debe producir para abastecer las necesidades del consumo, creadas a su ves por las falsas necesidades que instala y promueve la sociedad actual, diluyendo la idea de hombre y el principio ético de la utilidad. El hombre, es una máquina que se adapta y produce.
Debido al pacto de coexistencia pacifica concretada entre los profesionales de las diferentes psicologías. La psicología podría decirse que es una ciencia inmadura pues aún no ha conseguido estableces su labor y sus problemas bajo la aceptación de un único paradigma común, es decir, bajo un modelo conceptual que la comunidad científica de la psicología crea verdadero durante un determinado periodo de tiempo. Podríamos ubicarla, bajo la epistemología kuhneana, en el estado pre-científico, dado que hay una convivencia entre las distintas escuelas psicológicas que compiten entre sí; no ha llegado aún un periodo de ciencia normal en la psicología, es decir, no se ha impuesto hasta el momento ningún paradigma que sea aceptado por la comunidad científica en general.
Estas dos filosofías, naturalismo y humanismo, se encuentran en la base del debate metodológico entre explicación y comprensión; por un lado las posiciones positivistas que argumentan a favor de una psicología cuya tarea sería el descubrir leyes en función de las cuales los fenómenos del espíritu se engendran unos a otros, donde encontramos como base filosófica el positivismo comteano, el neopositivismo y el positivismo poppereano
Comte, señala que todas las especulaciones deben pasar necesariamente por tres estados teóricos diferentes: el teológico, que debe ser provisional para dar lugar al segundo, el metafísico, que conduce gradualmente al estado positivo de la razón humana. En el primer estado, las especulaciones tienden a interesarse por cuestiones insolubles buscando conocimientos absolutos en los que se distinguen tres fases: el fetichismo, donde se le da una vida análoga a la nuestra a objetos exteriores, aunque más enérgica por su acción generalmente más poderosa ; el politeísmo, donde se retira la vida de los objetos para ser trasladado a diversos seres ficticios cuya acción constante pasa a ser la fuente de todos los fenómenos, tanto exteriores como humanos; y, por último, el estado monoteísta donde la filosofía inicial empieza a decaer.
Por otro lado, el neopositivismo del Circulo de Viena, propone un giro lingüístico, donde el lenguaje fisicalista lógico es el limite del mundo, pues lo que se pueda conocer tiene que estar formalizado por dicho lenguaje y tener un correlato con la realidad.
Popper, por su parte, se ocupará del problema de la demarcación, alegando que la teoría psicoanalítica no es ciencia, sino metafísica, dado que es irrefutable, pues tiene un poder explicativo que lejos de ser una virtud, representa su debilidad; además encuentra confirmaciones por todos lados y no es prohibitiva. Señala que para que una ciencia adquiera el statuto de tal, debe proponer teorías riesgosas, prohibitivas, cuyas confirmaciones devengan, justamente, de predicciones riesgosas de modo que sean refutables a partir de la experiencia, es decir, que sean testables. Se ocupará, además, del problema de la demarcación, trazando una línea divisoria entre los enunciados, o conjunto de enunciados, de la ciencia y la metafísica, admitiendo que para ser ciencia, estos enunciados deben ser susceptibles de entrar en conflicto con observaciones posibles o concebibles. Por último, el positivismo poppereano, presentara a la teoría de conjeturas y refutaciones como el procedimiento a seguir para el desarrollo y progreso de la ciencia; se trata de saltar a conclusiones sin esperar el descubrimiento de premisas, aunque después estas deban ser descartadas al ser refutadas por la experiencia, dado que la inducción, como criterio de verificabilidad, supone una demarcación defectuosa
. Por otro lado, una posición historicista y antipositivista; se le atribuye a las ciencias del espíritu la tarea de comprender las peculiaridades únicas e irrepetibles de sus objetos. La comprensión es el acto a través del cual se consigue aprehender lo psíquico. Gastón Bachelard, inaugura la Epistemología Histórica Francesa en el siglo XX. se caracterizó por ser antipositivista, antievolucionista y disconformista. Sus miembros tienen poco en común, pero poseen la exigencia de una doble formación, tanto filosófica, como científica. Este tipo de epistemología tiene su punto de partida en la actualidad de las ciencias, considerada como el único criterio legítimo de la evaluación histórica que permite distinguir entre lo pasado y lo presente.
La Epistemología Histórica Francesa de Bachelard, plantea dos fuertes críticas ante los supuestos fundamentales de la teoría positivista: la concepción de ciencia, entendida por el positivismo como una abstracción que reduce el conjunto de prácticas a una realidad homogénea, ignorando la subjetividad de cada práctica; y la concepción de desarrollo, entendido por el positivismo como una acumulación de verdades. En su lugar, esta epistemología, reconocerá a la ciencia como una construcción histórica plural que da lugar a un a racionalidad plural y al desarrollo como una historia discontinua, signada por la dialéctica y el dinamismo. Otras de las críticas de la Epistemología Histórica Francesa realizadas al positivismo es al concepto de método, proponiendo una multiplicidad de acuerdo a la conveniencia del observador; al concepto de epistemología, donde cada disciplina desarrolla la propia (por ello la doble formación científica y filosófica), al concepto de experimentación, donde alega que es necesario llegar a una abstraccion (la misma que permite alcanzar el espíritu cientifico); y por ultimo a la relación entre ciencia y filosofía, donde la filosofía forma parte de las ciencias y las ciencias de la filosofía. En obra “La formación del espíritu científico” muestra los distintos obstáculos epistemológicos que impiden el progreso científico, y además proponer una solución para superarlos mediante un psicoanálisis del conocimiento objetivo: los obstáculos epistemológicos se superan con ayuda del psicoanálisis porque constituyen adhesiones afectivas inconcientes que operan como impedimento para el avance de la ciencia. La historia de la ciencia resulta ser una historia de la superación de obstáculos epistemológicos. Bachelard empieza distinguiendo tres etapas en la historia del pensamiento científico: precientífico, científico y nuevo espíritu científico. A nivel individual, el espíritu científico pasa asimismo por estos tres estados: concreto, concreto-abstracto y abstracto. A cada una de estas actitudes corresponde una base afectiva o estado del alma: alma pueril, alma profesoral, y alma en trance de abstraer y quintaesenciar. Los obstáculos epistemológicos son confusiones o entorpecimientos que se dan en el acto mismo de conocer y que actúan como causa de inercia impidiendo el desarrollo del conocimiento.
La tarea del epistemólogo consiste en “subrayar ante todos los conocimientos de una época, las ideas fecundas”. Para esto, Bachelard propone un psicoanálisis de la razón. Permite detectar el lugar que ocupan las imágenes y las metáforas en el discurso científico y psicopedagógico de una época que impiden la abstracción. Se trata de ciertas cuestiones subjetivas que se filtran en lo que aparenta ser un pensamiento objetivo. Estos factores subjetivos, de alguna manera, van “trabando” el progresar de las ciencias. Provocan confusiones o entorpecimientos que llevan al autor a plantear el problema en términos de obstáculos, más precisamente obstáculos epistemológicos. No tiene que ver con impedimentos externos (la complejidad del fenómeno, por ejemplo) sino con el acto mismo de conocer, con la relación existente entre sujeto cognoscente y el fenómeno cognoscible. El conocimiento de la realidad nunca se da de forma plena, inmediata (metáfora: luz que siempre proyecta una sombra). Conocer es posible en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos y superando estos obstáculos para el desarrollo científico. Estos obstáculos son la opinión, la observación objetiva.
Como se puede ver, campo de la psicología está expuesta a una diversidad creciente, una pluralidad heterogénea. Se trata, entonces, de un campo fragmentario con diversas practicas que hasta a veces resultan contradictorias: con diversos métodos, objetos, intenciones, etc. Hay diferentes líneas y tendencias. Dentro del campo de la Psicología hay cinco grandes escuelas o tendencias:
* Psicoanálisis: sujeto signado y determinado por el inconciente
* Conductismo: producción de conducta, el humano es una máquina-órgano que es posible controlar
* Cognitivismo: el humano es una entidad que procesa información
* Sistémica: el humano es un ser bio-lógico, “bio” en lo que tiene de biológico, “lógico” en lo que tiene de razón, es un organismo racional.
* Personalista: acentúan la reflexión sobre el yo, el ser del que tratan debe entenderse como una persona.
Estas cinco orientaciones poseen:
* Un conjunto de enunciados teóricos acerca del objeto del cual tratan , lo describen; también esos enunciados hablan de los métodos que utilizan y al mismo limitan qué es lo que se puede conocer del objeto a estudiar.
* Proponen ciertas formas de tratar con ese objeto (registro práctico)
* Un conjunto de técnicas para operar sobre ese objeto del que tratan (técnica=saber hacer)
Hay elementos dentro de esta diversidad que nos hace pensar en cierta unidad del campo psicológico, los elementos que nos hacen pensar en la unidad, sin embargo, son mucho más débiles:
* Persistencia de un mismo nombre para designar al campo psicológico (PSICOLOGÍA).
* La Psicología tomada en su conjunto forma parte de un proyecto que tiene que ver con la cultura occidental y que se vincula con lo que algunos autores llaman normalización (intención de que todos estemos dentro de las normas, de lo normal).
El problema de la cientificidad
La tradición naturalista comienza con Aristóteles y tiene su punto culminante con Watson, pues allí se proclama el advenimiento de una psicología sin conciencia y sin sujeto que tiene por objeto a la conducta y como propósito producir leyes sobre esa conducta con el modelo de la ciencia física.
La tradición denominada humanista se remonta hasta Descartes que asegura en el pensamiento una certidumbre a partir del cual puede construirse todo otro pensamiento.
Es la filosofía positivista la que impulsa los decididos intentos por fundar una psicología que se pretenda científica. En un ambiente fuertemente influenciado por el evolucionismo las necesidades de abandonar las especulaciones metafísicas y el convencimiento de que la materia y los hechos que surgen de la experimentación son los únicos datos que tienen verdadero valor en la construcción de la Ciencia.
Son numerosos los intentos por hacer de la Psicología una ciencia. La `pregunta ¿Es la Psicología una ciencia?, es una pregunta que puede vincularse a los intereses positivistas, por ende hay que preguntarse CUÁL Psicología pretende ser ciencia. Esta pregunta es una pregunta vinculada al intento demarcatorio del positivismo dado que el cientificisismo es lo único que puede dar cuenta de alguna verdad del mundo.
Thillier, nos enseña que si bien el método experimental expresa cierta verdad dado que los hombres de ciencia parten de un proyecto y siguen ciertas normas, hay que resaltar la diferencia entre ciencia ideal y ciencia efectiva. Los científicos utilizan hechos (observaciones y resultados experimentales), pero cuando una teoría se vuelve compleja y general, es imposible que se haya tenido en cuenta todos los hechos, y sobre todo, nunca estará la seguridad de saber si se han utilizado hechos útiles. A la vez, estos hechos pueden sufrir diferentes evaluaciones, por eso el método experimental exige el gran ideal de objetividad: los científicos deben abstenerse de manifestar sus preferencias personales y prejuicios filosóficos; deben aceptar pasivamente los mensajes de la experiencia y ser neutros. A veces, estos mensajes son múltiples y contradictorios, y el científico debe valerse d su sentido crítico rompiendo con el ideal de objetividad. La objetividad constituye un ideal que es inalcanzable puesto que se ve obligado a correr riesgos, a apoyarse sobre determinada concepción de naturaleza y manipular los hechos. Toda observación necesita de un marco teórico donde se haga presente la reflexión sobre qué es lo que se quiere observar. La naturaleza puede dirigirse a los científicos de forma clara y directa, pero para su interpretación siempre es necesaria una reflexión. Sostiene que la “racionalidad científica” no es necesariamente la única forma de racionalidad, sin embargo eso pretende la ciencia. Ésta siempre va a estar influida por la filosofía, para hacer ciencia hay que tener una determinada concepción sobre la naturaleza, el hombre y el mundo. Thuillier se refiere a la historia y la filosofía de la ciencia, pues propone abordar las cuestiones científicas desde una perspectiva crítica de la historia con el objetivo de poner en cuestión su dogmatización y despejar los mitos acuñados en la misma.
Koyré, en su obra “Pensar la ciencia”, adhiere a esta posición. Pues las teorías científicas no se reducen siempre a la consideración del valor técnico, depende de otros numerosos actores. La “subestructura filosófica” ha sido de una gran importancia; la influencia de las concepciones filosóficas sobre el desarrollo de la ciencia ha sido tan grande como el de las concepciones científicas en el desarrollo de la filosofía. Sin embargo, se habla mucho menos, o no se habla en absoluto, de la influencia de la filosofía en la evolución del pensamiento científico. En tiempos pasados la filosofía efectivamente había influido e incluso dominado la ciencia. Desde la revolución científica del siglo XVII, la ciencia se rebeló y su progreso coincidió justamente con su liberación progresiva y su establecimiento sobre la se firme de la experiencia.
Algunos historiadores dicen que la ciencia como tal jamás estuvo ligada realmente a la filosofía, otros, que la filosofía sólo resulta ser un soporte, que una vez acabada la construcción teórica puede ser eliminada. Koyré, por tanto, señala que la historia del pensamiento científico nos enseña que el pensamiento científico nunca estuvo enteramente separado del pensamiento filosófico, que las grandes revoluciones científicas han sido determinadas por cambios de concepciones filosóficas y que el pensamiento científico no se desarrolla en el vació, sino que siempre se encuentra en el interior de un cuadro de ideas y de principios fundamentales que siempre han sido consideradas como pertenecientes a la filosofía.
Filosofía, epistemología y psicología
Durante más de dos mil años no existió una separación entre la filosofía y la psicología. Etimológicamente hablando se sabe que psicología significa ciencia del alma pero no hay acuerdo sobre la naturaleza ni aún sobre la existencia de este objeto. No hay duda, sin embargo, de que en los diversos significados que se le han atribuido al alma es en donde habría que buscar buena parte de los que en la historia podemos denominar ideas psicológicas.
Muchos psicólogos contemporáneos pretenden haberse desprendido de cualquier influencia filosófica; para ellos, la intromisión de la filosofía es una característica de la etapa pre-científica de los desarrollos psicológicos.
Las concepciones filosóficas que se hallan presentes en las teorías científicas se refieren especialmente a dos aspectos que difícilmente puedan presentarse separadamente, pues constituyes en conjunto el marco de premisas fundamentales para la formación profesional y científica. En primer lugar, hipótesis ontológicas, constituidas por formas especificas de considerar la naturaleza de los objetos de los que se trate y en segundo lugar, hipótesis epistemológicas, referidas a las formas y los alcances del conocimiento posible acerca de tales objetos. Pero sucede que ese conjunto de hipótesis, no siempre se presentan de forma explícita, por lo que no es posible ninguna práctica ni teoría científica desprendida de las concepciones filosóficas acerca del objeto y de sus formas de conocimiento.
. ¿Para qué separarlos? Para conseguir el acceso a la cientificidad. Sin embargo, La Psicología no puede separarse completamente de la Filosofía por un motivo simple: justamente porque toda tiene como suelo estos dos tipos de supuestos ya nombrados, el ontológico y el epistemológico.
Problema de la relación de la Psicología con la técnica
Las implicaciones sociales, psicológicas y antropológicas de la tecnología moderna en la sociedad industrial conforman un gran aparato de manipulación de conciencias y de sometimiento de los individuos, cuyo principio responde a la necesidad intrínseca del sistema: no dar jamás al consumidor de espectáculos la sensación de que el pueda oponer resistencia.
La industria cultural de la sociedad industrial avanzada se caracteriza porque sus medios de comunicación no son neutrales, no transmiten ideología, son ideología: la realidad pasa por el cedazo de su espectacularización; sus técnicas están dirigidas a la parálisis de la actividad mental, al bloqueo de las facultades criticas, a producir adaptación.
Las sociedades posindustriales se estructuran alrededor de sus flujos de conocimiento e información, alrededor de la tecnociencia que no solo se desarrolla en importantes centros de investigación sino que penetra y atraviesa toda actividad económica, político-administrativa, educativa, cultural.
Las “puestas en escena” han cobrado autonomía. El individuo, cautivado por el mundo de las imágenes, deviene pasivo respecto de la cultura y de la vida social, se debilita en él la función de la palabra y el diálogo, caen las actividades reflexivas y creve la preocupación por la estética corporal.
La violencia de la sociedad industrial obra sobre los hombres de una vez por toda y los productos de la industria cultural pueden ser consumidos rápidamente. El placer… no debe costar esfuerzos; el espectador no debe trabajar con su propia cabeza: toda conexión lógica que requiera esfuerzo intelectual es cuidadosamente evitada.
En nuestro tiempo, a medida que crecen las prerrogativas del mercado, la privacidad, el individualismo, la massmediatización e informatización del lenguaje, se va conformando una “utopía” de realización personal por fuera y con indiferencia del conjunto y de relación social. El lugar del otro es ocupado por un “otro” de la interacción electrónica; diversas estrategias generan la sensación subjetiva de un “lleno” sobre la vivencia de ese vació de relación con los otros: la “saturación del yo” resultante, hace posible el neoindividualismo narcisista, hedonista, autorreferencial, soporte de la mencionada pasivización del individuo y del a creciente insolaridad.
Este nuevo individualismo que rinde culto a la “diferencia” individual, conduce, no obstante, a la masificación, pues la individualidad se conquista sobre la base de la mímesis con aquellos que se ofrecen como modelos del éxito.
La evidencia fundante del ser se revela en el ”consumo, luego soy”. El consumo se ha convertido en un valor independiente de las necesidades reales e inductor de las mismas, dependiente de los intereses de las industrias y de la eficacia de la publicidad y el marketing. Los individuos constituidos en ese nivel de las necesidades inducidas, quedan pegados a ellas, piensan en función de ellas y creen que la satisfacción de esas necesidades es un acto de libertad personal y de diferenciación social, cuando en realidad ella conduce al igualamiento de las necesidades, de los gustos, de los hábitos culturales y de los valores y generan uniformidad y masificación.
Hoy día, subirse al tren de esta sociedad tiene sus precios: el stress, la nerviosidad, el consumo de fármacos, la drogadicción, la angustia. Remedios dudosos, aunque funcionales; orientaciones y terapias adaptadas para responder a y encubrir los condicionantes socio-culturales del sufrimiento:
* Avance de un nuevo objetivismo médico y retorno de los ideales biologicistas por vía de tratamientos psicofarmacologicos y la nueva esperanza en la genetica y en las ciencias neurobiológicas para “explicar” la naturaleza de las enfermedades; dejando de lado los avatares sociales de la historia de cada uno
* Irracionalismos terapéuticos y avance de diversas prácticas curativas basadas en la sugestión
* Oferta de los grupos diversos de “autoayuda” que alimentan la ilusión de que sólo los que padecen una situación igual a la nuestra podrán comprendernos y ayudarnos.
Mientras crece el aislamiento, crece la compulsión de estar con los demás en los nuevos espacios anónimos, y todo se asemeja a la “felicidad administrada” que describiera Marcuse.
Las críticas de este miembro de la escuela de Frankfurt se dirigen directamente a esta sociedad industrial capitalista contemporánea. Distingue entre necesidades verdaderas y necesidades falsas. Falsas son aquellas que imponen intereses sociales en el individuo para su represión. Estas necesidades tienen un contenido y una función social, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control y la satisfacción de estas necesidades es heterónomo. Estas necesidades siguen siendo productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión. Las únicas necesidades que pueden inequívocamente reclamar son las vitales y la satisfacción de estas necesidades es el requisito para la realización de todas las necesidades.
Toda la libertad depende de la toma de conciencia de la servidumbre y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que se han convertido en propias del individuo.
El rasgo distintivo de la sociedad industrial avanzada es la sofocación efectiva de aquellas necesidades que requieren ser liberadas mientras que sostiene y absuelve el poder destructivo y la función represiva de la sociedad opulenta. Aquí los controles sociales exigen la abrumadora necesidad de producir y consumir el despilfarro. Bajo el gobierno de una totalidad represiva la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación. Uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada es el carácter racional de su irracionalidad. El mecanismo que une el individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que ha producido.
Las formas predominantes de control social son tecnológicas en un nuevo sentido. La estructura técnica y la eficacia del aparato productivo y destructivo han sido instrumento decisivo para sujetar la población a la división del trabajo establecida a lo largo de la época moderna. En la época contemporánea los controles tecnológicos parecen ser la misma encarnación de la razón en beneficio de todos los grupos e intereses sociales, hasta tal punto que toda contradicción parece irracional y toda oposición imposible.
En las áreas más avanzadas de esta civilización, los controles sociales hayan sido introyectados hasta tal punto que llegan a afecta la misma protesta individual en sus raíces.
La pérdida de la dimensión en la que reside el poder del pensamiento negativo (el poder crítico de la Razón) es la contrapartida ideológica del propio proceso material mediante el cual la sociedad industrial avanzada y reconcilia a la oposición. El impacto del progreso convierte a la Razón en sumisión a los hechos de la vida y a la capacidad dinámica de producir más y mayores hachos de la misma especie de vida, lo hacen al aceptar la ley de las cosas (leyes de la sociedad).
Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos útiles son asequibles a más individuos en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo dejar de ser publicidad; se convierten en modo de vida. Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que las ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción, son rechazados o reducidos a los términos de este universo.
Los que hacen la política y sus proveedores de información de masas promueven sistemáticamente el pensamiento unidimensional. Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se auto-validan y que repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definición hipnóticas o dictados.
La sociedad industrial que hace suya la tecnología y la ciencia se organiza para el cada vez más efectivo dominio del hombre y la naturaleza para la cada vez más efectiva utilización de sus recursos.
La industrialización debe preceder al desarrollo de las necesidades y satisfacciones humanas. Pero así como toda libertad depende de la conquista de la necesidad ajena, también la realización de la libertad depende de las técnicas de esta conquista. A este punto la dominación, disfrazada de opulencia y libertad, se extiende a todas las esferas de la existencia pública y privada, absorbe todas las alternativas.
Vivimos y morimos racional y productivamente, las alternativas son utópicas. Esta ideología pertenece al aparato social establecido; es un requisito para su continuo funcionamiento y es parte de su racionalidad.
El doble significado de la racionalidad es relevante en este contexto. La gestión científica del trabajo aumenta ampliamente la productividad de la empresa económica, política y cultural. El resultado es un más alto nivel de vida. Al mismo tiempo, y sobre las mismas bases, esta empresa racional produce un modelo de mentalidad y conducta que justifica y absuelve incluso los aspectos más destructivos y opresivos de la empresa.
Fuera de esta racionalidad, se vive en un mundo de valores y los valores separados de la realidad objetiva se hacen subjetivos. La única manera de rescatar alguna validez abstracta e inofensiva para ellos parece ser una sanción metafísica; pero tal sanción no es verificable y por tanto no es realmente objetiva
Paradójicamente, el mundo objetivo llega a ser cada vez más dependiente del sujeto para su objetividad. El sujeto tratado aquí es un sujeto constitutivo, esto es, un sujeto posible para el que algún dato debe ser o puede ser concebible.
La ciencia de la naturaleza se desarrolló bajo el a priori tecnológico que proyecta a la naturaleza como un instrumento potencial, un equipo de control y organización. Y la aprehensión de la naturaleza como instrumento (hipotético) precede al desarrollo de toda organización técnica particular.
El a priori tecnológico es un a priori político, en la medida en que la transformación de la naturaleza implica la del hombre y que las creaciones del hombre salen de y vuelven a entrar en un conjunto social.
La racionalidad de la ciencia pura está libre de valores y no estipula ningún fin práctico, es neutral a cualquier valor extraño que pueda imponerse sobre ella. Pero esta neutralidad es un carácter positivo. La racionalidad científica requiere una organización social específica precisamente porque proyecta formas que pueden llevarse a fines prácticos. La formulación y funcionalización son la forma pura de una práctica social concreta.
La tecnología también provee la gran racionalización para la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad técnica de ser autónomo. Esta falta de libertad aparece como una sumisión al aparato técnico que aumenta las comodidades de la vida y aumenta la productividad del trabajo. La racionalidad tecnológica protege así la legitimidad de la dominación.
La naturaleza comprendida y dominada científicamente, reaparece en el aparato técnico de producción y destrucción que sostiene la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del aparato. La máquina es solo un medio, el fin es la conquista de la naturaleza, la domesticación de las fuerzas naturales.
. La ciencia gracias a su propio método y sus conceptos, ha proyectado y promovido un universo en que la dominación de la naturaleza ha permanecido ligada a la dominación del hombre: un lazo que tiende a ser fatal para el universo como totalidad. La naturaleza comprendida y dominada científicamente, reaparece en el aparato técnico de producción y destrucción que sostiene y mejora la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del aparato. Así la jerarquía racional se mezcla con la social.
Fuente: EPEC.
Autor del resumen: Bruno Bozzini Funari.
Tema: Unidad 6
Texto: Andrés, CAPPELLETTI, La multidimiensionalidad de la Psicología
ARTICULACIÓN DE LA MATERIA Y PREGUNTAS FUNDAMENTALES RESPECTO A LA UNIDAD-DIVERSIDAD, CIENFICIDAD, RELACIÓN FILOSOFÍA-PSICOLOGIA, LA TÉCNICA Y EL LUGAR DEL PSICOLOGO EN LA SOCIEDAD ACTUAL, ROL Y FUNCIÓN.
Problemas generales de un campo fragmentario y plural
La psicología se nos aparece mucho más como un conjunto de disciplinas diferentes que una sola y única ciencia.
Fueron bastos los intentos por lograr la unidad de la disciplina. Uno de estos intentos, fue el realizado por Daniel Lagache. El mismo, diferencia dos tipos de psicologías : la naturalista y la humanista. El naturalismo tiende a eliminar la conciencia y a tratar los hechos psicológicos como cosas; el objeto de esta psicología será la conducta exterior y material. El humanismo, admite que los hechos psicológicos son “conciencias”, “vivencias” o “expresiones”; la psicología humanista se va a concentrar en las experiencias vividas y no en las conductas. Para el naturalismo, la personalidad es un sistema de hábitos. Según la tendencia humanista, el todo es anterior a las partes y no podría volver a componerse a partir de sus elementos; la personalidad es una totalidad.
Los naturalistas buscan explicar mediante leyes y relaciones cuantitativas los fenómenos, reducirlos a componentes más simples y de número limitado cuyas propiedades esenciales se expresan mediante curvas. La psicología humanista no se apoya en leyes sino en tipos de ideales o relaciones ideales para comprender los fenómenos, utilizan un método cualitativo.
También se diferencian por su modo de concebir el sustrato de la vida psíquica. El naturalismo no admite ningún sustrato que no sea orgánico. El humanismo, por su parte, concede gran importancia a las capas profundas del psiquismo, al inconciente. Mientras que la psicología naturalista rechaza la finalidad y los valores en razón de sus implicaciones subjetivas, la psicología humanista señala su importancia: la psicología ha de ser “funcional”, el mundo del ser viviente es siempre un mundo de valores. De esta manera, Lagache, distingue la psicología experimental y la psicología clínica, y si bien operan de manera distintas (la primera mediante leyes y la segunda mediante la comprensión de los conflictos que aquejan al hombre proponiendo una serie de pasos que tienden a resolver ese conflicto) , su unidad radica en el objeto: la conducta.
Canguilhem, en su disertación titulada “¿Qué es la Psicología?, realizada en la conferencia realizada en 1956 en el Colegio de Filosofía respondió a la posición tomada por Lagache de rescatar una psicología clínica que permitiera la desmedicalización de la práctica clínica. Es preciso tener en cuenta que el campo disciplinar de la psicología no debe reducirse solo a sus aspectos teóricos-metodológicos, sino que hay que entenderla también como tecnología (sus usos y prácticas) y como unidad profesional; pues no sólo fue una respuesta teórica de Canguilhem a Lagache, sino también una respuesta política al programa académico propuesto por este último lo que signó la conferencia.
Con Canguilhem, la historia se corre de ese lugar tradicional de ser un mero relato acerca de los aciertos y errores, para analizar las coyunturas teóricas y prácticas que la constituyen.
Esta conferencia pone de manifiesto, además, la forma de concebir a la filosofía y su relación con la ciencia. La ciencia debe construir un campo propio y no ser un mero encuentro con el dato; por ello, toda práctica científica depende de proyectos que son “extracientíficos” en los que se inscriben y que forman parte de su historia efectiva.
A la pregunta ¿Qué es la psicología?, se puede responder haciendo aparecer la unidad de su dominio, a pesar de la multiplicad de los proyectos metodológicos. Daniel Lagache busca la unidad de la psicología en su definición posible como teoría general de la conducta, síntesis de la psicología experimental, la psicología clínica, el psicoanálisis, la psicología social y la etnología. Sin embargo, esta unidad se parece más a un pacto de coexistencia pacífica concluido entre profesionales, que a una esencia lógica obtenida por la revelación de una constancia en una variedad de casos. Por ello, Canguilhem, sostiene que investigar los diferentes proyectos implica buscar el sentido de cada uno de ellos en el momento histórico particular en el cual emergen:
* Como ciencia natural: Al plantear la psicología como ciencia natural nos está mostrando que parte de la psicología moderna,-la psicofisiología y la psicopatología de origen médico- no quedó exenta de la influencia de pensadores de la antigüedad, en particular de Aristóteles y Galeno. Momento histórico en el que la psicología era considerada como ciencia del alma, donde el alma era concebida como formando parte del ser natural. De esta manera, la psicología no tiene un estatuto independiente, sino que forma parte de la fisiología entendida en su sentido original como teoría de la naturaleza.
* Como ciencia de la subjetividad: La emergencia de este tipo particular de psicología estuvo mediada por la declinación de la física aristotélica y el surgimiento de la filosofía cartesiana y de la nueva mecánica. Dentro de este proyecto Canguilhem distingue tres formas diferentes de entender la cuestión de la subjetividad.
En primer lugar se constituye como una física del sentido externo pretendiendo encontrar dentro de la estructura del cuerpo humano la razón por la cual la experiencia fragua los datos provenientes del exterior. Ya no se describe a los sentidos como la ciencia del alma, sino que aporta otra categoría a la psicología: el cálculo. De ahí la pretensión de reducir los datos de la sensación a constantes cualitativas. La psicología, lejos de plantear su propia autonomía, queda sujeta a una ciencia mejor fundada, en este caso la física moderna.
También la psicología como ciencia de la subjetividad fue entendida como ciencia del sentido interno o ciencia de la conciencia de sí. Sus fundamentos los encontrará en la filosofía cartesiana para quien el alma era capaz de conocerse sin mediaciones. De esta manera será factible alcanzarla a través de un trabajo de observación de sí, haciendo de la introspección su método propio.
Por último la psicología como ciencia de la subjetividad se aparece como ciencia del sentido íntimo, tomando la forma de una especie de autobiografía, una técnica del diario íntimo. Con esta posición se produce un desplazamiento en el que se abandona el planteo de un yo pienso para reemplazarlo por un yo quiero, tal como lo plantea Maine de Biran. Dicho desplazamiento tuvo como supuesto la existencia de un espacio interior que se contrapone a la exterioridad, entendiendo al hombre como un organismo viviente dotado y guiado por la inteligencia. En tanto organismo, es preciso afirmar la necesidad de que el alma se encarne, que tenga un soporte biológico. Es por esto que este proyecto no concibe una psicología desvinculada de la biología. Luego con Charcot, la psicopatología médica culmina con el psicoanálisis que introduce el principio de que los procesos psíquicos son inconcientes, es decir, que la psicología no se reduce a ser una ciencia de la conciencia. Entonces, cuando la psicología se propone como ciencia del sentido íntimo, se ve suplantada por un lado por la psiquiatría vinculada a la medicina, y por otro por el psicoanálisis que subvierte la noción de lo íntimo, que deja de ser un espacio propio de la conciencia.
* Como ciencia de las reacciones y las conductas: Con ella surge una psicología entendida como una biología de la conducta. Es necesario tener en cuenta por un lado la constitución de la biología como teoría general de las relaciones de los organismos con el medio. Y por otro lado, el desarrollo del industrialismo que puso énfasis y estuvo orientado hacia el carácter productivo del hombre, intentando de esta manera poner fin al pensamiento especulativo declarado como infértil y ocioso. Ahora al apoyarse de esta manera en la biología, la psicología se convierte en un instrumento que toma al hombre como instrumento, culminando en ser una práctica del peritaje, de los test y de procesos de orientación y selección. Esta psicología de la conducta, es totalmente instrumentalista, toma al hombre como una herramienta del sistema, un productor que debe producir para abastecer las necesidades del consumo, creadas a su ves por las falsas necesidades que instala y promueve la sociedad actual, diluyendo la idea de hombre y el principio ético de la utilidad. El hombre, es una máquina que se adapta y produce.
Debido al pacto de coexistencia pacifica concretada entre los profesionales de las diferentes psicologías. La psicología podría decirse que es una ciencia inmadura pues aún no ha conseguido estableces su labor y sus problemas bajo la aceptación de un único paradigma común, es decir, bajo un modelo conceptual que la comunidad científica de la psicología crea verdadero durante un determinado periodo de tiempo. Podríamos ubicarla, bajo la epistemología kuhneana, en el estado pre-científico, dado que hay una convivencia entre las distintas escuelas psicológicas que compiten entre sí; no ha llegado aún un periodo de ciencia normal en la psicología, es decir, no se ha impuesto hasta el momento ningún paradigma que sea aceptado por la comunidad científica en general.
Estas dos filosofías, naturalismo y humanismo, se encuentran en la base del debate metodológico entre explicación y comprensión; por un lado las posiciones positivistas que argumentan a favor de una psicología cuya tarea sería el descubrir leyes en función de las cuales los fenómenos del espíritu se engendran unos a otros, donde encontramos como base filosófica el positivismo comteano, el neopositivismo y el positivismo poppereano
Comte, señala que todas las especulaciones deben pasar necesariamente por tres estados teóricos diferentes: el teológico, que debe ser provisional para dar lugar al segundo, el metafísico, que conduce gradualmente al estado positivo de la razón humana. En el primer estado, las especulaciones tienden a interesarse por cuestiones insolubles buscando conocimientos absolutos en los que se distinguen tres fases: el fetichismo, donde se le da una vida análoga a la nuestra a objetos exteriores, aunque más enérgica por su acción generalmente más poderosa ; el politeísmo, donde se retira la vida de los objetos para ser trasladado a diversos seres ficticios cuya acción constante pasa a ser la fuente de todos los fenómenos, tanto exteriores como humanos; y, por último, el estado monoteísta donde la filosofía inicial empieza a decaer.
Por otro lado, el neopositivismo del Circulo de Viena, propone un giro lingüístico, donde el lenguaje fisicalista lógico es el limite del mundo, pues lo que se pueda conocer tiene que estar formalizado por dicho lenguaje y tener un correlato con la realidad.
Popper, por su parte, se ocupará del problema de la demarcación, alegando que la teoría psicoanalítica no es ciencia, sino metafísica, dado que es irrefutable, pues tiene un poder explicativo que lejos de ser una virtud, representa su debilidad; además encuentra confirmaciones por todos lados y no es prohibitiva. Señala que para que una ciencia adquiera el statuto de tal, debe proponer teorías riesgosas, prohibitivas, cuyas confirmaciones devengan, justamente, de predicciones riesgosas de modo que sean refutables a partir de la experiencia, es decir, que sean testables. Se ocupará, además, del problema de la demarcación, trazando una línea divisoria entre los enunciados, o conjunto de enunciados, de la ciencia y la metafísica, admitiendo que para ser ciencia, estos enunciados deben ser susceptibles de entrar en conflicto con observaciones posibles o concebibles. Por último, el positivismo poppereano, presentara a la teoría de conjeturas y refutaciones como el procedimiento a seguir para el desarrollo y progreso de la ciencia; se trata de saltar a conclusiones sin esperar el descubrimiento de premisas, aunque después estas deban ser descartadas al ser refutadas por la experiencia, dado que la inducción, como criterio de verificabilidad, supone una demarcación defectuosa
. Por otro lado, una posición historicista y antipositivista; se le atribuye a las ciencias del espíritu la tarea de comprender las peculiaridades únicas e irrepetibles de sus objetos. La comprensión es el acto a través del cual se consigue aprehender lo psíquico. Gastón Bachelard, inaugura la Epistemología Histórica Francesa en el siglo XX. se caracterizó por ser antipositivista, antievolucionista y disconformista. Sus miembros tienen poco en común, pero poseen la exigencia de una doble formación, tanto filosófica, como científica. Este tipo de epistemología tiene su punto de partida en la actualidad de las ciencias, considerada como el único criterio legítimo de la evaluación histórica que permite distinguir entre lo pasado y lo presente.
La Epistemología Histórica Francesa de Bachelard, plantea dos fuertes críticas ante los supuestos fundamentales de la teoría positivista: la concepción de ciencia, entendida por el positivismo como una abstracción que reduce el conjunto de prácticas a una realidad homogénea, ignorando la subjetividad de cada práctica; y la concepción de desarrollo, entendido por el positivismo como una acumulación de verdades. En su lugar, esta epistemología, reconocerá a la ciencia como una construcción histórica plural que da lugar a un a racionalidad plural y al desarrollo como una historia discontinua, signada por la dialéctica y el dinamismo. Otras de las críticas de la Epistemología Histórica Francesa realizadas al positivismo es al concepto de método, proponiendo una multiplicidad de acuerdo a la conveniencia del observador; al concepto de epistemología, donde cada disciplina desarrolla la propia (por ello la doble formación científica y filosófica), al concepto de experimentación, donde alega que es necesario llegar a una abstraccion (la misma que permite alcanzar el espíritu cientifico); y por ultimo a la relación entre ciencia y filosofía, donde la filosofía forma parte de las ciencias y las ciencias de la filosofía. En obra “La formación del espíritu científico” muestra los distintos obstáculos epistemológicos que impiden el progreso científico, y además proponer una solución para superarlos mediante un psicoanálisis del conocimiento objetivo: los obstáculos epistemológicos se superan con ayuda del psicoanálisis porque constituyen adhesiones afectivas inconcientes que operan como impedimento para el avance de la ciencia. La historia de la ciencia resulta ser una historia de la superación de obstáculos epistemológicos. Bachelard empieza distinguiendo tres etapas en la historia del pensamiento científico: precientífico, científico y nuevo espíritu científico. A nivel individual, el espíritu científico pasa asimismo por estos tres estados: concreto, concreto-abstracto y abstracto. A cada una de estas actitudes corresponde una base afectiva o estado del alma: alma pueril, alma profesoral, y alma en trance de abstraer y quintaesenciar. Los obstáculos epistemológicos son confusiones o entorpecimientos que se dan en el acto mismo de conocer y que actúan como causa de inercia impidiendo el desarrollo del conocimiento.
La tarea del epistemólogo consiste en “subrayar ante todos los conocimientos de una época, las ideas fecundas”. Para esto, Bachelard propone un psicoanálisis de la razón. Permite detectar el lugar que ocupan las imágenes y las metáforas en el discurso científico y psicopedagógico de una época que impiden la abstracción. Se trata de ciertas cuestiones subjetivas que se filtran en lo que aparenta ser un pensamiento objetivo. Estos factores subjetivos, de alguna manera, van “trabando” el progresar de las ciencias. Provocan confusiones o entorpecimientos que llevan al autor a plantear el problema en términos de obstáculos, más precisamente obstáculos epistemológicos. No tiene que ver con impedimentos externos (la complejidad del fenómeno, por ejemplo) sino con el acto mismo de conocer, con la relación existente entre sujeto cognoscente y el fenómeno cognoscible. El conocimiento de la realidad nunca se da de forma plena, inmediata (metáfora: luz que siempre proyecta una sombra). Conocer es posible en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos y superando estos obstáculos para el desarrollo científico. Estos obstáculos son la opinión, la observación objetiva.
Como se puede ver, campo de la psicología está expuesta a una diversidad creciente, una pluralidad heterogénea. Se trata, entonces, de un campo fragmentario con diversas practicas que hasta a veces resultan contradictorias: con diversos métodos, objetos, intenciones, etc. Hay diferentes líneas y tendencias. Dentro del campo de la Psicología hay cinco grandes escuelas o tendencias:
* Psicoanálisis: sujeto signado y determinado por el inconciente
* Conductismo: producción de conducta, el humano es una máquina-órgano que es posible controlar
* Cognitivismo: el humano es una entidad que procesa información
* Sistémica: el humano es un ser bio-lógico, “bio” en lo que tiene de biológico, “lógico” en lo que tiene de razón, es un organismo racional.
* Personalista: acentúan la reflexión sobre el yo, el ser del que tratan debe entenderse como una persona.
Estas cinco orientaciones poseen:
* Un conjunto de enunciados teóricos acerca del objeto del cual tratan , lo describen; también esos enunciados hablan de los métodos que utilizan y al mismo limitan qué es lo que se puede conocer del objeto a estudiar.
* Proponen ciertas formas de tratar con ese objeto (registro práctico)
* Un conjunto de técnicas para operar sobre ese objeto del que tratan (técnica=saber hacer)
Hay elementos dentro de esta diversidad que nos hace pensar en cierta unidad del campo psicológico, los elementos que nos hacen pensar en la unidad, sin embargo, son mucho más débiles:
* Persistencia de un mismo nombre para designar al campo psicológico (PSICOLOGÍA).
* La Psicología tomada en su conjunto forma parte de un proyecto que tiene que ver con la cultura occidental y que se vincula con lo que algunos autores llaman normalización (intención de que todos estemos dentro de las normas, de lo normal).
El problema de la cientificidad
La tradición naturalista comienza con Aristóteles y tiene su punto culminante con Watson, pues allí se proclama el advenimiento de una psicología sin conciencia y sin sujeto que tiene por objeto a la conducta y como propósito producir leyes sobre esa conducta con el modelo de la ciencia física.
La tradición denominada humanista se remonta hasta Descartes que asegura en el pensamiento una certidumbre a partir del cual puede construirse todo otro pensamiento.
Es la filosofía positivista la que impulsa los decididos intentos por fundar una psicología que se pretenda científica. En un ambiente fuertemente influenciado por el evolucionismo las necesidades de abandonar las especulaciones metafísicas y el convencimiento de que la materia y los hechos que surgen de la experimentación son los únicos datos que tienen verdadero valor en la construcción de la Ciencia.
Son numerosos los intentos por hacer de la Psicología una ciencia. La `pregunta ¿Es la Psicología una ciencia?, es una pregunta que puede vincularse a los intereses positivistas, por ende hay que preguntarse CUÁL Psicología pretende ser ciencia. Esta pregunta es una pregunta vinculada al intento demarcatorio del positivismo dado que el cientificisismo es lo único que puede dar cuenta de alguna verdad del mundo.
Thillier, nos enseña que si bien el método experimental expresa cierta verdad dado que los hombres de ciencia parten de un proyecto y siguen ciertas normas, hay que resaltar la diferencia entre ciencia ideal y ciencia efectiva. Los científicos utilizan hechos (observaciones y resultados experimentales), pero cuando una teoría se vuelve compleja y general, es imposible que se haya tenido en cuenta todos los hechos, y sobre todo, nunca estará la seguridad de saber si se han utilizado hechos útiles. A la vez, estos hechos pueden sufrir diferentes evaluaciones, por eso el método experimental exige el gran ideal de objetividad: los científicos deben abstenerse de manifestar sus preferencias personales y prejuicios filosóficos; deben aceptar pasivamente los mensajes de la experiencia y ser neutros. A veces, estos mensajes son múltiples y contradictorios, y el científico debe valerse d su sentido crítico rompiendo con el ideal de objetividad. La objetividad constituye un ideal que es inalcanzable puesto que se ve obligado a correr riesgos, a apoyarse sobre determinada concepción de naturaleza y manipular los hechos. Toda observación necesita de un marco teórico donde se haga presente la reflexión sobre qué es lo que se quiere observar. La naturaleza puede dirigirse a los científicos de forma clara y directa, pero para su interpretación siempre es necesaria una reflexión. Sostiene que la “racionalidad científica” no es necesariamente la única forma de racionalidad, sin embargo eso pretende la ciencia. Ésta siempre va a estar influida por la filosofía, para hacer ciencia hay que tener una determinada concepción sobre la naturaleza, el hombre y el mundo. Thuillier se refiere a la historia y la filosofía de la ciencia, pues propone abordar las cuestiones científicas desde una perspectiva crítica de la historia con el objetivo de poner en cuestión su dogmatización y despejar los mitos acuñados en la misma.
Koyré, en su obra “Pensar la ciencia”, adhiere a esta posición. Pues las teorías científicas no se reducen siempre a la consideración del valor técnico, depende de otros numerosos actores. La “subestructura filosófica” ha sido de una gran importancia; la influencia de las concepciones filosóficas sobre el desarrollo de la ciencia ha sido tan grande como el de las concepciones científicas en el desarrollo de la filosofía. Sin embargo, se habla mucho menos, o no se habla en absoluto, de la influencia de la filosofía en la evolución del pensamiento científico. En tiempos pasados la filosofía efectivamente había influido e incluso dominado la ciencia. Desde la revolución científica del siglo XVII, la ciencia se rebeló y su progreso coincidió justamente con su liberación progresiva y su establecimiento sobre la se firme de la experiencia.
Algunos historiadores dicen que la ciencia como tal jamás estuvo ligada realmente a la filosofía, otros, que la filosofía sólo resulta ser un soporte, que una vez acabada la construcción teórica puede ser eliminada. Koyré, por tanto, señala que la historia del pensamiento científico nos enseña que el pensamiento científico nunca estuvo enteramente separado del pensamiento filosófico, que las grandes revoluciones científicas han sido determinadas por cambios de concepciones filosóficas y que el pensamiento científico no se desarrolla en el vació, sino que siempre se encuentra en el interior de un cuadro de ideas y de principios fundamentales que siempre han sido consideradas como pertenecientes a la filosofía.
Filosofía, epistemología y psicología
Durante más de dos mil años no existió una separación entre la filosofía y la psicología. Etimológicamente hablando se sabe que psicología significa ciencia del alma pero no hay acuerdo sobre la naturaleza ni aún sobre la existencia de este objeto. No hay duda, sin embargo, de que en los diversos significados que se le han atribuido al alma es en donde habría que buscar buena parte de los que en la historia podemos denominar ideas psicológicas.
Muchos psicólogos contemporáneos pretenden haberse desprendido de cualquier influencia filosófica; para ellos, la intromisión de la filosofía es una característica de la etapa pre-científica de los desarrollos psicológicos.
Las concepciones filosóficas que se hallan presentes en las teorías científicas se refieren especialmente a dos aspectos que difícilmente puedan presentarse separadamente, pues constituyes en conjunto el marco de premisas fundamentales para la formación profesional y científica. En primer lugar, hipótesis ontológicas, constituidas por formas especificas de considerar la naturaleza de los objetos de los que se trate y en segundo lugar, hipótesis epistemológicas, referidas a las formas y los alcances del conocimiento posible acerca de tales objetos. Pero sucede que ese conjunto de hipótesis, no siempre se presentan de forma explícita, por lo que no es posible ninguna práctica ni teoría científica desprendida de las concepciones filosóficas acerca del objeto y de sus formas de conocimiento.
. ¿Para qué separarlos? Para conseguir el acceso a la cientificidad. Sin embargo, La Psicología no puede separarse completamente de la Filosofía por un motivo simple: justamente porque toda tiene como suelo estos dos tipos de supuestos ya nombrados, el ontológico y el epistemológico.
Problema de la relación de la Psicología con la técnica
Las implicaciones sociales, psicológicas y antropológicas de la tecnología moderna en la sociedad industrial conforman un gran aparato de manipulación de conciencias y de sometimiento de los individuos, cuyo principio responde a la necesidad intrínseca del sistema: no dar jamás al consumidor de espectáculos la sensación de que el pueda oponer resistencia.
La industria cultural de la sociedad industrial avanzada se caracteriza porque sus medios de comunicación no son neutrales, no transmiten ideología, son ideología: la realidad pasa por el cedazo de su espectacularización; sus técnicas están dirigidas a la parálisis de la actividad mental, al bloqueo de las facultades criticas, a producir adaptación.
Las sociedades posindustriales se estructuran alrededor de sus flujos de conocimiento e información, alrededor de la tecnociencia que no solo se desarrolla en importantes centros de investigación sino que penetra y atraviesa toda actividad económica, político-administrativa, educativa, cultural.
Las “puestas en escena” han cobrado autonomía. El individuo, cautivado por el mundo de las imágenes, deviene pasivo respecto de la cultura y de la vida social, se debilita en él la función de la palabra y el diálogo, caen las actividades reflexivas y creve la preocupación por la estética corporal.
La violencia de la sociedad industrial obra sobre los hombres de una vez por toda y los productos de la industria cultural pueden ser consumidos rápidamente. El placer… no debe costar esfuerzos; el espectador no debe trabajar con su propia cabeza: toda conexión lógica que requiera esfuerzo intelectual es cuidadosamente evitada.
En nuestro tiempo, a medida que crecen las prerrogativas del mercado, la privacidad, el individualismo, la massmediatización e informatización del lenguaje, se va conformando una “utopía” de realización personal por fuera y con indiferencia del conjunto y de relación social. El lugar del otro es ocupado por un “otro” de la interacción electrónica; diversas estrategias generan la sensación subjetiva de un “lleno” sobre la vivencia de ese vació de relación con los otros: la “saturación del yo” resultante, hace posible el neoindividualismo narcisista, hedonista, autorreferencial, soporte de la mencionada pasivización del individuo y del a creciente insolaridad.
Este nuevo individualismo que rinde culto a la “diferencia” individual, conduce, no obstante, a la masificación, pues la individualidad se conquista sobre la base de la mímesis con aquellos que se ofrecen como modelos del éxito.
La evidencia fundante del ser se revela en el ”consumo, luego soy”. El consumo se ha convertido en un valor independiente de las necesidades reales e inductor de las mismas, dependiente de los intereses de las industrias y de la eficacia de la publicidad y el marketing. Los individuos constituidos en ese nivel de las necesidades inducidas, quedan pegados a ellas, piensan en función de ellas y creen que la satisfacción de esas necesidades es un acto de libertad personal y de diferenciación social, cuando en realidad ella conduce al igualamiento de las necesidades, de los gustos, de los hábitos culturales y de los valores y generan uniformidad y masificación.
Hoy día, subirse al tren de esta sociedad tiene sus precios: el stress, la nerviosidad, el consumo de fármacos, la drogadicción, la angustia. Remedios dudosos, aunque funcionales; orientaciones y terapias adaptadas para responder a y encubrir los condicionantes socio-culturales del sufrimiento:
* Avance de un nuevo objetivismo médico y retorno de los ideales biologicistas por vía de tratamientos psicofarmacologicos y la nueva esperanza en la genetica y en las ciencias neurobiológicas para “explicar” la naturaleza de las enfermedades; dejando de lado los avatares sociales de la historia de cada uno
* Irracionalismos terapéuticos y avance de diversas prácticas curativas basadas en la sugestión
* Oferta de los grupos diversos de “autoayuda” que alimentan la ilusión de que sólo los que padecen una situación igual a la nuestra podrán comprendernos y ayudarnos.
Mientras crece el aislamiento, crece la compulsión de estar con los demás en los nuevos espacios anónimos, y todo se asemeja a la “felicidad administrada” que describiera Marcuse.
Las críticas de este miembro de la escuela de Frankfurt se dirigen directamente a esta sociedad industrial capitalista contemporánea. Distingue entre necesidades verdaderas y necesidades falsas. Falsas son aquellas que imponen intereses sociales en el individuo para su represión. Estas necesidades tienen un contenido y una función social, determinadas por poderes externos sobre los que el individuo no tiene ningún control y la satisfacción de estas necesidades es heterónomo. Estas necesidades siguen siendo productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión. Las únicas necesidades que pueden inequívocamente reclamar son las vitales y la satisfacción de estas necesidades es el requisito para la realización de todas las necesidades.
Toda la libertad depende de la toma de conciencia de la servidumbre y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que se han convertido en propias del individuo.
El rasgo distintivo de la sociedad industrial avanzada es la sofocación efectiva de aquellas necesidades que requieren ser liberadas mientras que sostiene y absuelve el poder destructivo y la función represiva de la sociedad opulenta. Aquí los controles sociales exigen la abrumadora necesidad de producir y consumir el despilfarro. Bajo el gobierno de una totalidad represiva la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación. Uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada es el carácter racional de su irracionalidad. El mecanismo que une el individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que ha producido.
Las formas predominantes de control social son tecnológicas en un nuevo sentido. La estructura técnica y la eficacia del aparato productivo y destructivo han sido instrumento decisivo para sujetar la población a la división del trabajo establecida a lo largo de la época moderna. En la época contemporánea los controles tecnológicos parecen ser la misma encarnación de la razón en beneficio de todos los grupos e intereses sociales, hasta tal punto que toda contradicción parece irracional y toda oposición imposible.
En las áreas más avanzadas de esta civilización, los controles sociales hayan sido introyectados hasta tal punto que llegan a afecta la misma protesta individual en sus raíces.
La pérdida de la dimensión en la que reside el poder del pensamiento negativo (el poder crítico de la Razón) es la contrapartida ideológica del propio proceso material mediante el cual la sociedad industrial avanzada y reconcilia a la oposición. El impacto del progreso convierte a la Razón en sumisión a los hechos de la vida y a la capacidad dinámica de producir más y mayores hachos de la misma especie de vida, lo hacen al aceptar la ley de las cosas (leyes de la sociedad).
Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos útiles son asequibles a más individuos en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo dejar de ser publicidad; se convierten en modo de vida. Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que las ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción, son rechazados o reducidos a los términos de este universo.
Los que hacen la política y sus proveedores de información de masas promueven sistemáticamente el pensamiento unidimensional. Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se auto-validan y que repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definición hipnóticas o dictados.
La sociedad industrial que hace suya la tecnología y la ciencia se organiza para el cada vez más efectivo dominio del hombre y la naturaleza para la cada vez más efectiva utilización de sus recursos.
La industrialización debe preceder al desarrollo de las necesidades y satisfacciones humanas. Pero así como toda libertad depende de la conquista de la necesidad ajena, también la realización de la libertad depende de las técnicas de esta conquista. A este punto la dominación, disfrazada de opulencia y libertad, se extiende a todas las esferas de la existencia pública y privada, absorbe todas las alternativas.
Vivimos y morimos racional y productivamente, las alternativas son utópicas. Esta ideología pertenece al aparato social establecido; es un requisito para su continuo funcionamiento y es parte de su racionalidad.
El doble significado de la racionalidad es relevante en este contexto. La gestión científica del trabajo aumenta ampliamente la productividad de la empresa económica, política y cultural. El resultado es un más alto nivel de vida. Al mismo tiempo, y sobre las mismas bases, esta empresa racional produce un modelo de mentalidad y conducta que justifica y absuelve incluso los aspectos más destructivos y opresivos de la empresa.
Fuera de esta racionalidad, se vive en un mundo de valores y los valores separados de la realidad objetiva se hacen subjetivos. La única manera de rescatar alguna validez abstracta e inofensiva para ellos parece ser una sanción metafísica; pero tal sanción no es verificable y por tanto no es realmente objetiva
Paradójicamente, el mundo objetivo llega a ser cada vez más dependiente del sujeto para su objetividad. El sujeto tratado aquí es un sujeto constitutivo, esto es, un sujeto posible para el que algún dato debe ser o puede ser concebible.
La ciencia de la naturaleza se desarrolló bajo el a priori tecnológico que proyecta a la naturaleza como un instrumento potencial, un equipo de control y organización. Y la aprehensión de la naturaleza como instrumento (hipotético) precede al desarrollo de toda organización técnica particular.
El a priori tecnológico es un a priori político, en la medida en que la transformación de la naturaleza implica la del hombre y que las creaciones del hombre salen de y vuelven a entrar en un conjunto social.
La racionalidad de la ciencia pura está libre de valores y no estipula ningún fin práctico, es neutral a cualquier valor extraño que pueda imponerse sobre ella. Pero esta neutralidad es un carácter positivo. La racionalidad científica requiere una organización social específica precisamente porque proyecta formas que pueden llevarse a fines prácticos. La formulación y funcionalización son la forma pura de una práctica social concreta.
La tecnología también provee la gran racionalización para la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad técnica de ser autónomo. Esta falta de libertad aparece como una sumisión al aparato técnico que aumenta las comodidades de la vida y aumenta la productividad del trabajo. La racionalidad tecnológica protege así la legitimidad de la dominación.
La naturaleza comprendida y dominada científicamente, reaparece en el aparato técnico de producción y destrucción que sostiene la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del aparato. La máquina es solo un medio, el fin es la conquista de la naturaleza, la domesticación de las fuerzas naturales.
. La ciencia gracias a su propio método y sus conceptos, ha proyectado y promovido un universo en que la dominación de la naturaleza ha permanecido ligada a la dominación del hombre: un lazo que tiende a ser fatal para el universo como totalidad. La naturaleza comprendida y dominada científicamente, reaparece en el aparato técnico de producción y destrucción que sostiene y mejora la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del aparato. Así la jerarquía racional se mezcla con la social.
Fuente: EPEC.
Autor del resumen: Bruno Bozzini Funari.